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Tudanca, un sanchista que necesita a un «repugnante» Ciudadanos

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Tudanca e Igea se saludan el día del Debate, en presencia de Mañueco y Fernández F. HERAS

El candidato del PSOE a presidir Castilla y León ofrece «toda la generosidad» a los de Rivera tras haber cargado contra ellos

Si hay un barón socialista que depende de Ciudadanos para gobernar y que incumple con meridiana claridad la exigencia de la formación «naranja» de «renegar del sanchismo», ese es Luis Tudanca, candidato a presidir la Junta de Castilla y León y uno de los más fieles aliados del presidente del Gobierno desde que alcanzara por primera vez la secretaría general del partido, allá por 2014. Bautizado por el PP regional, que también necesita a Cs para seguir en el poder, como «el otro Sánchez», ha sido el propio político burgalés el que se ha posicionado a favor de su líder en todos y cada una de los pasos que ha dado en estos últimos años. La intensidad con que ha defendido a su «jefe» en actos públicos, medios y redes sociales es casi la misma que hasta hace no mucho tiempo dedicaba a criticar al partido dirigido por Albert Rivera y al que ahora ofrece «toda la generosidad» para conseguir gobernar tras 32 años de dominio popular.

La fidelidad que le profesa se mantuvo incluso cuando el madrileño se vio obligado a dimitir en aquel «inolvidable» Comité Federal de octubre de 2016. Durante las semanas previas, Tudanca repitió machaconamente aquello del «no es no» a Mariano Rajoy para no apoyarle en la investidura.

En una trayectoria paralela y dependiente de la de Sánchez, su seguidismo con el líder le granjeó una importante crítica interna entre los suyos en Castilla y León. Buena parte de los líderes provinciales socialistas amagaron con la rebelión, pero la inesperada victoria de Sánchez en las primarias evitó la mas que probable «muerte política» de Tudanca y le permitió volver poco a poco a controlar el partido en Castilla y León, con la dimisión de varios de sus opositores, la «adaptación» de otros y la elección, en algún caso por los pelos, de nuevos secretarios provinciales de su cuerda. Desde entonces, total sumisión a los postulados del «aparato». Así, ocurrió con el polémico relator que Sánchez quiso impulsar para cumplir los acuerdos con el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y que el burgalés calificó como una mera «anécdota».

Duro con los independentistas catalanes cuando lo era Sánchez y silente cuando se acercó a ellos para lograr la moción de censura, también como máximo responsable de su grupo en las Cortes de Castilla y León ha rechazado cualquier iniciativa que cuestionara aspectos de sus políticas. Se abstuvo así en una resolución que apoyaron PP y Ciudadanos en la que se abogaba por la defensa de la Transición, los símbolos de la Nación, la Monarquía Parlamentaria, la defensa de la lengua española y la aplicación del artículo 155 de la Constitución, aspecto este último que Cs dice exigir para conformar cualquier gobierno.

Más impuestos

Las dos formaciones del centro-derecha también vieron cómo los socialistas votaban en sentido contrario a ellos a la hora de pedir la reconsideración de la derogación de la prisión permanente revisable, la retirada del anteproyecto de la Ley de Educación y en la apuesta por «mantener un modelo fiscal favorable a las familias evitando las subidas fiscales», asunto que le aleja de un pacto con Francisco Igea, líder de la formación naranja en la Comunidad y que le ha reclamado romper su pacto con Podemos, IU y los sindicatos para elevar los impuestos.

Tudanca tampoco perdió ninguna oportunidad de adherirse a los ataques a Cs en los asuntos en los que Ferraz tocaba a rebato. Hace apenas tres meses y poco antes de dejar de criticar a los de Rivera ante la proximidad de las elecciones, salía al paso a la polémica generada por la visita de Sánchez en Francia a la tumba del presidente republicano Manuel Azaña y a la sepultura de Antonio Machado como homenaje a los exiliados del franquismo señalando en twitter que mientras esto ocurría «Arrimadas montaba un show en Waterloo y Casado insultaba a las mujeres con el aborto».

Igualmente, ironizaba sobre la cercanía con los populares al señalar que «los únicos españoles a los que no ve Rivera son los corruptos del PP». Más duro e imitando también la apropiación que hace el Gobierno del feminismo fue cuando aseguró que «lo de Cs con el machismo y la violencia de género es repugnante, pero me asusta que lo hagan porque creen que tiene su público».

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