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Lindano, un tóxico bajo los pies

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Vecinos y miembros de la Plataforma Antilindano en el barrio de O Contrasto, en O Porriño – MIGUEL MUÑIZ

O Porriño aguarda un nuevo plan de descontaminación tras el afloramiento de restos del plaguicida cancerígeno en unas obras de saneamiento en O Contrasto

El pozo del colegio Antonio Palacios fue uno de los clausurados en 1999 por el plan de descontaminación de lindano acometido por la Consellería de Medio Ambiente en la parroquia de Torneiros, O Porriño. «Bebimos de él durante los ocho años de la EGB», dice Abrahán Castro, miembro de la Plataforma Antilindano de la comarca de A Louriña y vecino de la fase 1 del polígono de viviendas levantado desde finales de los 70 en los terrenos aledaños a la fábrica en la que hasta 1964 se fabricó este plaguicida de amplio espectro y en los que Zeltia depositó buena parte de los residuos de producción de este compuesto químico, vetado cuatro décadas después por su elevada toxicidad y catalogado desde 2015 por la OMS como cancerígeno para el ser humano. «El antiguo edificio del colegio estaba un poco más abajo que el actual. Decíamos que olía a ZZ», recuerda también Noelia Moreira, vecina de la fase 4 y, también, exalumna del Antonio Palacios e integrante de la plataforma. «En 2001 se inauguró el Parque del Lindano, y se asentó la idea de que quedaba solucionado», dice, recordando la obra definitiva de aquel plan de remediación de finales de los 90.

Eptisa Servicios de Ingeniería fue la encargada entre 1998 y 1999 de llevar a cabo para la Xunta el estudio de niveles de contaminación en la zona. Las investigaciones detectaron concentraciones de HCH (el lindano es una de las ocho formas del hexaclorociclohexano) por encima de los 2mg/kg en 135.000 m3 de suelo, sólo en el foco principal, y niveles «muy por encima de los límites establecidos» en las aguas subterráneas, que se extendían «más allá del foco detectado en los suelos» y alcanzaban al río Louro. De las cinco alternativas de remediación propuestas por la adjudicataria, el Gobierno gallego optó por la construcción de una celda de seguridad, encapsulando y sellando con paneles verticales los suelos del foco principal y trasladando a gestores de residuos peligrosos las masas de tierra secundarias con concentraciones de más de 5 partes por millón.

El lindano durmió bajó tierra hasta que a finales del pasado año la apertura de zanjas para una obra de saneamiento en O Contrasto devolvió el tóxico a la superficie y reactivó una preocupación olvidada. En este barrio de O Porriño media treintena de casas se alinean a ambos lados de una carretera en la que una sucesión de parches sobre el asfalto dan cuenta de las prospecciones realizadas por Medio Ambiente para tomar muestras del subsuelo y articular un plan de descontaminación para esta zona. Los vecinos se detienen para señalar piezas de lindano diseminadas por los arcenes. Los resultados de las 96 muestras tomadas en 42 catas que el Ayuntamiento esperaba a finales de marzo no han llegado aún —«entendemos que estamos en plazo», afirma la alcaldesa— y los vecinos se quejan del deficiente sellado de las catas: «Y cada vez que llueve va a peor», aseguran.

La nueva conciencia sobre el grado de penetración de este tóxico empuja a la Plataforma Antilindano a reclamar un plan de intervención ambicioso, que identifique los distintos acúmulos de la sustancia diseminados por la comarca. «La fábrica hizo sus vertidos oficiales, pero a mayores incentivó, y la propia plantilla incluso lo demandaba, que el personal se lo llevara para uso particular– el residuo compactaba muy bien y se destinaba a la pavimentación de caminos y entradas de fincas», señala Patricia Sío, portavoz de la plataforma.

Toda una vida

El camino de O Contrasto es un ejemplo. Jesús Otero, uno de los vecinos de más edad, recuerda cómo su padre guardaba la Montesa en un cobertizo próximo porque el camino de tierra era impracticable para la moto, y cómo después, siendo él adolescente, llegaron los camiones para pavimentar la vía utilizando residuos del HCH. Durante más de 40 años ha bebido el agua de su pozo, como su cuñada, Julia Da Costa, que suma 38 años viviendo en O Contrasto. El pasado octubre, tras los análisis de aguas practicados por la Consellería de Sanidade después del afloramiento de lindano en la zanja, la Policía Local les comunicó que no podían utilizar el pozo. El agua contaminada por lindano no es apta para el consumo humano, tampoco para lavar la ropa, ducharse o regar las fincas. De modo que, como otra decena de vecinos sin conexión a la traída municipal ni a traídas vecinales —aptas para el consumo según las analíticas practicadas—, en las casas de Julia y de Jesús se cocina desde entonces con agua embotellada servida por el Ayuntamiento y se lava con la surtida por los Bomberos en depósitos instalados en sus fincas, mientras no se acomete la ampliación de la red de abastecimiento municipal. «Nosotros plantábamos un poco de todo para poder comer. Ahora está todo abandonado», dice Julia.

Al otro lado de la carretera viven Carlos y Eva con sus dos hijas. Ella no sale de casa más que lo imprescindible, y siempre en coche, desde que la apertura de la zanja en la que afloró el lindano le provocó una sucesión de inflamaciones que la llevaron cuatro veces a urgencias con síntomas compatibles con una alergia alimentaria. Le aconsejaron eliminar la lactosa de su dieta, el gluten… Hasta que la última vez los facultativos del hospital Álvaro Cunqueiro identificaron la inflamación de su boca y garganta como una reacción a un agente químico. «Habíamos salido a pasear con los perros y paramos unos 15 minutos junto a la zanja para comentar la obra con los operarios», cuenta Carlos, su marido.

Y el de Eva Duarte no es el único caso. La hija de Placeres se ha llevado a su niña de dos años del barrio para cortar con las sucesivas erupciones que afectaban a la pequeña desde la apertura de la zanja, y su otro hijo sufre repetidos sarpullidos y problemas hepáticos. Son los casos más graves, pero casi todos los vecinos de O Contrasto dicen haber notado algo: cansancio, irritaciones, dolor de cabeza. Son síntomas compatibles con una exposición puntual, pero también les intranquilizan los posibles efectos acumulados: «¿Cuatro personas con problemas del sistema inmunitario en catorce casas? No podemos decir que se deba al lindano pero desde luego nos intranquiliza», afirman.

Piden un mapeo exhaustivo

La misma idea se repite entre los miembros de la Plataforma. «Sabemos que el lindano es bioacumulable, sabemos que afecta al sistema nervioso y endocrino, que es cancerígeno… Pedimos una actuación completa, que no se circunscriba a la zona de O Contrasto, que complete la remediación en Torneiros, que averigüe en qué otros puntos existen acúmulos de lindano y actúe sobre cada uno de ellos», apunta Patricia Sío.

Los vecinos de O Contrasto fueron invitados a realizar una prueba para determinar los niveles de lindano en sangre y ahora aguardan los resultados. El Sergas, informa la Xunta, ha habilitado un procedimiento para la gestión de posibles casos de exposición crónica al lindano.

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