Acabó con la vida de la congresista una semana antes del «Brexit»
Thomas Mair, neonazi de 53 años, pasará el resto de sus días en la cárcel por el brutal asesinato de la diputada laborista Jo Cox, una europeísta de 41 años y madre de dos niños pequeños, a la que mató de quince puñaladas y tres disparos de escopeta a una semana del referéndum sobre la UE. Así se falló ayer en la corte londinense de Old Baily. El jurado solo necesitó 90 minutos para establecer su culpabilidad. Mair, que se negó a hablar en toda la vista y renunció a su alegato final, se había declarado inocente.
Lloroso a las puertas del juzgado, el viudo Brendan Cox, que trabajó en su día como asesor del premier laborista Gordon Brown, leyó un comunicado en el que señaló que el no buscaba venganza en el juzgado, sino que simplemente sentía «pena» por Mair, «la cobardía personificada». «En mi opinión fue un acto político y terrorista, un acto estéril, porque solo sirvió para unir a millones de personas en una voz silenciosa». El viudo queda al cargo de dos niños de tres y cinco años. «Nuestros hijos siempre sentirán el vacío de su madre en sus vidas», lamentó. El matrimonio vivía en una barcaza cerca del London Bridge de Londres.
Mair, un hombre de fríos ojos azules, que en la cárcel se ha afeitado la cabeza y se ha dejado la perilla, escuchó el veredicto imperturbable. Sin embargo, apartándose de su norma de silencio de toda la vista, pidió hablar a la sala. Pero el juez le denegó la palabra. Los padres de Jo Cox, su hermana y el viudo se cogieron las manos cuando se leyó el veredicto e hicieron un leve gesto de asentimiento. El asesino ha sido juzgado bajo el protocolo de los crímenes terroristas.
«Una patriota»
El magistrado compuso una vibrante alocución en la exposición de su sentencia. Definió a Jo Cox como &ldquo-una patriota&rdquo-, y mirado a Mair, un jardinero en paro, un solitario que durante dos décadas coleccionó material nazi, añadió: «Tú simulas ser un patriota, pero en tu boca ese concepto es tóxico». Explicó que el móvil del asesino «no fue el amor a su país a sus compatriotas, sino su admiración por los nazis, supremacista blancos que utilizaban la violencia para acabar con la democracia y la persuasión política». «Nuestros padres hicieron un enorme sacrificio para derrotar esas ideas y valores en la Segunda Guerra Mundial –continúo el juez dirigiéndose de nuevo a Mair-, pero tú no eres un patriota, porque con tus acciones has traicionado la quintaesencia de este país, que es la democracia parlamentaria».
El fanático de extrema derecha fue condenado también por apuñalar a Bernard Kenny, un minero jubilado de 77 años que heroicamente se interpuso para tratar de auxiliar a Jo Cox.
El crimen tuvo lugar el jueves 16 de junio, a las 12.50 de la tarde, cuando Jo Cox se dirigía con dos mujeres asistentes a la biblioteca de Birstall, un pueblo de mercado cercano a Leeds, de 16.300 habitantes, donde iba a celebrar su reunión semanal con los vecinos de su circunscripción electoral. Mair, que había planificado su crimen fríamente durante varios días, se acercó a ella y la apuñaló con un cuchillo de combate de hoja de 9 centímetros. Luego le disparó con una escopeta de cañones y culata recortados, de calibre 22. Le asestó 15 puñaladas, que afectaron a varios órganos vitales, y le disparó tres veces, una en el pecho y dos en la cabeza. Empleó una munición de caza especial, que aumenta los destrozos. Uno de los disparos atravesó la mano izquierda de Jo, que trataba de proteger su cara. Muir daba voces de «Gran Bretaña primero ¡-Esto es por Gran Bretaña! ¡-Gran Bretaña siempre lo primero!».
Como recordó el juez en la lectura de la sentencia, Jo Cox fue un político que «destacó por su generosidad de espíritu, que se vio incluso por su preocupación por los demás cuando se enfrentaba a una muerte violenta». La diputada había llegado al Parlamento en mayo de 2015 y había destacado por su preocupación por el drama de los refugiados. Antes de entrar en política había trabajado como cooperante en Oxfam. Solo dos días antes de ser asesinada participó con su marido y sus hijos en una regata por el Támesis hasta el Parlamento a favor de la permanencia en la UE. La flota la capitaneaba el músico y activista Bob Geldof y se enfrentó a otra pro Brexit que lideraba el pinturero Nigel Farage.