La sexta edición del Premio Schindler España de Arquitectura ha galardonado un proyecto que plantea usar escaleras mecánicas y ascensores para hacer más accesibles y regenerar las escarpadas orillas del Duero en Oporto y Vila Nova de Gaia
La arquitectura no son sólo edificios espectaculares. También se trata –por encima de todo– de buscar soluciones, ideas que hagan más sencillo, agradable y sostenible habitar un determinado espacio. Esa es la idea que subyace en los proyectos premiados este año en la sexta edición del Premio Schindler España de Arquitectura. Este premio destaca por estar dirigido no a arquitectos consagrados, sino a la cantera, a los estudiantes de Arquitectura. Diez universidades españolas realizaron una primera fase local en la que seleccionaron, de entre todos los trabajos fin de carrera y otros proyectos realizados por sus estudiantes en el pasado curso 2015-2016, aquellos que mejor utilizaban los sistemas de transporte vertical, horizontal o inclinado. De entre estos veinte proyectos (dos por cada universidad) se han seleccionado el ganador final y cuatro accésits.
En un premio patrocinado por una marca tan ligada al sector, puede surgir la preocupación de que se hayan metido «con calzador» sus productos para optar a la victoria. Por ello, es importante que se premien proyectos en los que el uso de esos productos responda a necesidades reales y ofrezca soluciones claras y adecuadas a los problemas del entorno. Eso es algo que se cumple de forma muy clara en el proyecto ganador de este año: «Oportounidades», de Elías Sancho de Agustín, alumno de la Universidad de Alcalá. Se trata de una propuesta para hacer más accesibles las orillas del río Duero a lo largo de Oporto (y de su «hermana» Vila Nova de Gaia).
Aumentar la conexión
Pese a lo turístico de estas ciudades, gran parte de sus fachadas fluviales están casi abandonadas. La Ribeira de Oporto (la parte de su casco histórico que llega al río) y la zona de los muelles de Gaia, donde se sitúan las famosas bodegas de la zona, están muy concurridas, pero otras partes de la ribera, más escarpadas, están llenas de edificios abandonados y no atraen ni a los turistas ni a los locales. Por ello, este proyecto plantea una regeneración a través de cuatro propuestas principales: intercambiadores verticales (ascensores y escaleras mecánicas) que salven los desniveles topográficos, transporte público fluvial que aumente la ahora muy escasa conexión –sólo hay un puente abierto a los peatones, los otros cinco existentes están reservados al tráfico rodado– entre ambas orillas, un carril bici-peatonal continuo por toda la ribera y la reutilización de los edificios abandonados.
Una de las ventajas de este proyecto es que sería posible realizarlo en varias fases separadas, dependiendo de la disponibilidas presupuestaria de los municipios. Si bien la propuesta incluye la colocación de elementos de movilidad vertical en media docena de puntos a lo largo de ambas orillas, además de otras actuaciones complementarias (carril bici-peatonal, aparcamientos disuasorios y la construcción o actualización de algunos puertos para el transporte público fluvial), todas ellas podrían realizarse de forma independiente, siendo el sendero para bicis y peatones el único nexo de unión físico de toda la actuación.
Pese a estar junto a zonas muy turísticas, parte de la ribera del Duero en Oporto está llena de edificios abandonados
La primera fase y la más destacada sería la que abarcaría el espacio entre el decimonónico Puente de Luis I y el más moderno del Infante. Esta es la zona adyacente al segmento más turístico del río, pero se haya muy deteriorada. Cuando en el siglo XIX la construcción de los primeros puentes y las líneas ferroviarias provocó la expansión de la ciudad hacia el interior, esas orillas fueron quedando abandonadas. El plan actuaría principalmente sobre la orilla de Vila Nova de Gaia. Allí se construiría un ascensor en las inmediaciones del puente del Infante adosado a la ladera, que permita salvar el gran desnivel entre la orilla y el barrio residencial que se ubica en lo alto, y se realizaría una gran intervención en las inmediaciones del puente de Luis I. Allí se aprovecharían los restos del antiguo Casino da Ponte, un conjunto de edificios de finales del siglo XIX repartido por diversos niveles de la ladera, que acogió un casino y restaurante de lujo, pero también diversas industrias (bodegas, fábricas de muebles y barriles, de cerámica, de fundas de paja…) y que hoy en día se encuentra en ruinas. Estos edificios se conectarían en diversos puntos con dos bloques de ascensores, una serie de tramos de escaleras mecánicas y pasarelas elevadas. Esto crearía una serie de plazas, bancales y miradores por toda la ladera y permitiría dedicar los edificios del casino a distintos usos. Una serie de embarcaderos para el ferry y un nuevo centro de actividades acuáticas junto al río completarían las actuaciones en este tramo.
Los proyectos galardonados con los accésits demuestran también un gran ingenio en el uso de los sistemas de movilidad vertical y una gran preocupación por crear espacios accesibles en las ciudades. Estas propuestas tratan de la creación de una conexión más atractiva en el puerto de La Coruña entre la zona de llegada de cruceros y la ciudad (Víctor de Andrés Martín-Caro, Universidad Francisco de Vitoria), la ampliación del Colegio Mayor San Juan Evangelista –conocido como el «Johnny» por todos los universitarios madrileños– con nuevos usos culturales y comunitarios (Santiago del Águila Ferrandis, Universidad San Pablo CEU), la creación de un centro de actividades socioculturales y de escalada en Almería (Gloria María Pinilla Clemente, Universidad Francisco de Vitoria) y la construcción de una isla artificial para agrupar todas las actividades de turismo de masas frente a las playas de Carloforte, en Cerdeña (Rubén Conde Gómez, Universidad Politécnica de Madrid).