El dramaturgo, guionista y director de escena prácticamente dobla la edad a Nacho Sánchez, Macarena Sanz, Alessio Meloni, Gon Ramos e Irene Escolar. Pero tienen mucho en común
Señaló Mariano José de Larra que «los teatros son el termómetro de la civilización de las naciones». Sin duda, si la actividad escénica no recibe la consideración y el apoyo que merece ese termómetro marcará gélidas temperaturas. De ello son muy conscientes las nuevas generaciones de profesionales en los distintos ámbitos del hecho teatral, de las que forman parte los nombres elegidos por el dramaturgo, director de escena y actor Miguel del Arco (Madrid, 1965): las actrices Irene Escolar (Madrid, 1988) y Macarena Sanz (Madrid, 1990), el actor Nacho Sánchez (Ávila, 1992), el dramaturgo, director y actor Gon Ramos (Madrid, 1989) y el escenógrafo Alessio Meloni (Cagliari, Italia, 1987).
Miguel del Arco y sus socios Israel Elejalde, Aitor Tejada y Jordi Buxó se han lanzado a la piscina, a la aventura kamikaze. En agosto pasado abrió sus puertas el Teatro Pavón, recuperado como Pavón Teatro Kamikaze. Su propósito es convertirlo en un punto de referencia de la vida teatral, y no solo madrileña. En un espacio de libertad, de reflexión, de debate, de entretenimiento inteligente. «Puede que dentro de seis meses haya que dar la noticia de que hemos cerrado», apunta Del Arco, que tiene en su haber una sobresaliente trayectoria escénica, y acaba de debutar como director de cine con «Las furias». Ahora está en pleno proceso de ensayos de «La noche de las tríbadas», de Per Olov Enquist, que se estrenará en el Pavón Kamikaze el próximo 29 de noviembre
«A Nacho Sánchez no le conocía, pero me impresionó su magnífica interpretación en «La piedra oscura»», dice Miguel del Arco
Sobre las promociones que están llegando a las tablas, Del Arco derrocha confianza y elogios, y en ellas cifra uno de los elementos más positivos de lo acontecido en la escena en el último cuarto de siglo: «Cada vez más los jóvenes profesionales se vuelcan en una preparación rigurosa. Es absurdo hablar de generaciones perdidas, habría que rebelarse ante ese tópico. No ahorran esfuerzos ni exigencia, lo que a mí me resulta muy estimulante. Me gusta rodearme de gente con talento y preparación, con la cabeza bien amueblada. No me ponen nada los actores-marioneta. Quiero contrastar opiniones con quienes trabajo, incluso que tengan un punto de vista diferente al mío, para examinar, escarbar. Me pareció muy significativa la experiencia que tuve hace poco en un taller con La Joven Compañía, un proyecto fantástico. Había más de 60 participantes entre dieciocho y veintipocos años y ante cualquier pregunta, por ejemplo si conocían tal o cual monólogo, había muchas manos levantadas. Las nuevas generaciones no son pasotas, sino todo lo contrario. Son muy activas, con una enorme curiosidad, y en numerosos casos unen al dramaturgo, el director y el actor en una misma persona, lo que es muy interesante».
Sobre Macarena Sanz, explica Del Arco: «He vuelto a dirigirla en «Las furias». Un placer trabajar con ella. Tienes unas ganas enormes de aprender»
De esa capacidad y formación son ejemplo representativo los seleccionados por Del Arco: «A Irene Escolar la vi en «Días mejores», de Richard Dresser, en un montaje de Álex Rigola. No me podía creer lo que contemplaba, la entereza con que sacaba adelante su personaje. Lo que se repitió cuando la dirigí en «De ratones y hombres«, de John Steinbeck. Deseo volver a dirigirla, y, de hecho, ya estamos fraguando algo. Con Macarena Sanz me ocurrió algo similar. La vi actuar en su primer papel, en «Münchhausen», de Lucía Vilanova, con dirección de Salva Bolta, y después trabajó conmigo en «El inspector», de Gogol, y volví a llamarla para mi primera película, «Las furias». Tiene unas ganas gigantescas de aprender».
Necesidad de la preparación
No menos grata sorpresa despertaron en Del Arco sus otros «discípulos»: «Nacho Sánchez me impresionó vivamente en «La piedra oscura«. Su interpretación en esta pieza de Alberto Conejero le valió merecidamente el premio Actor Revelación de la Unión de Actores. De Gon Ramos me impactó «Yogur/Piano«, obra escrita, dirigida e interpretada por él. En cuanto a Alessio Meloni, muy creativo, me gustó especialmente su escenografía de «Historias de Usera», y ahora trabaja en el montaje con el que estoy en estos momentos».
«La obra «Yogur/Piano, de la que Gon Ramos es autor, director e intérprete -recuerda Del Arco- me resultó impactante»
Todos ellos comparten con Miguel del Arco la necesidad de la preparación y confiesan que el teatro es su vida, recordando sus comienzos. Irene Escolar, perteneciente a una de las sagas teatrales más brillantes de nuestro país, apunta: «Desde pequeña he sentido el teatro como mi casa, mi refugio. Jugaba con mi abuela, Irene Gutiérrez Caba, a hacer «Romeo y Julieta». Desde que me subí por primera vez a un escenario a los nueve años en «Mariana Pineda», hasta «Leyendo Lorca», mi último espectáculo, nunca he pensado que podía dedicarme a otra cosa». Macarena Sanz explica que todo comenzó cuando su hermana volvió de Londres de cuidar niños y propuso que en su casa se eliminara la televisión, como en la familia británica: «Nos dijo que eso era estupendo y a mis padres les pareció muy bien. Y empezamos mis hermanas y yo a representar historias, como un juego. Mis padres me animaron a estudiar Arte Dramático, y cuando descubrí que podía ser mi profesión fue maravilloso».
«Irene Escolar es una de las mejores actrices de las nuevas generaciones. Su preparación es brutal», señala Del Arco
También a Nacho Sánchez, que en estos momentos ensaya «Iván y los perros», de Hattie Naylor, con dirección de Víctor Sánchez, y donde se enfrenta al reto de su primer monólogo, le alentaron sus padres a estudiar teatro, después de formar parte del grupo teatral del colegio: «Fue muy importante para mí venir desde Ávila a Madrid a ver teatro con mis padres. Vi montajes que me trastocaron como algunos de Animalario». Al principio, Gon Ramos encaminó sus pasos hacia la ciencia, pero el teatro se cruzó en su camino y, revela: «mi vida cambió. Estudié con William Layton, y desde el comienzo empecé a interesarme por todos los planos. No puedo separar la dramaturgia de la dirección y la interpretación».
Mal endémico
Por su parte, Alessio Meloni comenta que se enamoró del teatro a los quince años en su Italia natal, aunque no sabía si dedicarse a la interpretación o a la escenografía: «Pero fue subirme a un escenario y se me despejaron las dudas. Estudié Bellas Artes y en 2008 me trasladé a Madrid para completar mi formación. Afortunadamente, en España se me abrieron muchas puertas y estoy encantado».
Irene Escolar, Alessio Meloni, Gon Ramos, Nacho Sánchez y Macarena Sanz son hoy más que promesas. Y todos afirman que son muy afortunados al tener trabajo, en un campo con un altísimo nivel de paro y cercado por la precariedad. No hay apenas respaldo institucional, aunque esto no solo se circunscribe al mundo teatral. Al respecto, manifiesta Miguel del Arco: «Existe muy poco apoyo para la cultura en España. No está en la agenda de los políticos y esto define un modelo de país. Parece que lo único que convenía era construir auditorios faraónicos que, llegada la crisis, ni siquiera podían sostenerse. Por desgracia, este absoluto abandono y desidia hacia la cultura no es solo de ahora. Es un mal endémico, incluso si volvemos los ojos hacia épocas muy anteriores. Nada más hay que pensar en la diferencia en este sentido entre nuestro Siglo de Oro y la Inglaterra isabelina. Y no es que reclamemos subvenciones, pero sí que no se pongan trabas, y no solo me refiero al 21 por ciento de IVA, que tanto daño ha hecho a las compañías».
«La escenografía de Alessio Meloni en «Historias de Usera» da buena cuenta de su talento y creatividad»
En esta misma dirección se expresan los jóvenes profesionales convocados. Para Irene Escolar habría que comparar lo muy distinto que es en Francia y Alemania, y eso, añade, «sea cual sea el Gobierno. La cultura es un valor que está por encima de los partidos políticos». Por su parte, Gon Ramos apunta: «Se les llena la boca hablando de Lorca, Dalí… y está bien. Pero me pregunto qué se hace para abonar el terreno, para que haya futuros «lorcas» y «dalis»». Hacen hincapié Sánchez y Meloni en que no se apuesta por la cultura. «Invertir en cultura es hacerlo por una sociedad más sabia, más madura», sentencia Sánchez. Y Macarena Sanz llama la atención del maltrato a las compañías por parte de algunas salas privadas, «hasta el punto de que en ocasiones estás trabajando gratis, o incluso tienes que pagar».
Un salto al vacío
Son numerosos los desafíos a los que debe enfrentarse el teatro. Sus protagonistas lo saben y abogan porque la sociedad comprenda mejor que resulta esencial. Pero el milagro que hace siglos tuvo lugar en la Grecia clásica con el nacimiento del teatro se seguirá produciendo. Cada día, en cada función, que es, dice Macarena Sanz, «un salto al vacío». «El teatro permanecerá porque necesitamos sentir», proclama Irene Escolar. «El teatro te cambia la mirada sobre el mundo», afirma Gon Ramos. No morirá porque el testigo de la pasión por el teatro va pasando de generación en generación. Frente a la precariedad se alzan el empuje y la ilusión. En discípulos y mentor. «Me endemonian los obstáculos que hay. Si pienso en ellos, me dan vahídos. Pero, al final, prefiero tirar para delante. Me emociona, me fascina, hacer teatro», concluye Miguel del Arco.