Javier Fernández evita hablar de sanciones por no adelantar los acontecimientos
El presidente de la gestora del PSOE, el asturiano Javier Fernández, se marcó como objetivo hace tres semanas «enfriar» el cisma que vive el partido tras la caída de Pedro Sánchez. Por eso, ayer, nada más aprobar el Comité Federal abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy, Fernández evitó cuidadosamente meter el dedo en el ojo a los perdedores- entre ellos la quincena, aproximadamente, de diputados -los siete del PSC, los dos de Baleares, Margarita Robles, Susana Sumelzo, Odón Elorza y algún diputado canario, entre otros-.
Todos ellos están pensando en romper la disciplina de grupo y mantenerse en el «no» también en la segunda votación, alentados por un Pedro Sánchez al que fuentes de la actual mayoría no dudan en tachar de «irresponsable». «Él ha sido secretario general y todos hemos acatado el mandato del Comité Federal», señalaban anoche a ABC esas fuentes. Así lo dejó claro hace días el que fuera su «número dos», César Luena, o la diputada asturiana Adriana Lastra, al señalar que una cosa es defender el «no» y otra romper el partido. Pero la aragonesa Sumelzo colgó un tuit ayer por la tarde en el que aclaraba que «seré coherente con mis principios y con los votantes. Adquirí un compromiso y lo cumpliré».
De igual manera, Odón Elorza, sin llegar a decir que votará «no», tuiteó: «Como diputado socialista votaré en conciencia de una ética responsable, en defensa del compromiso electoral y del proyecto de cambio del PSOE». Y se sabe, porque ella así lo ha dicho en días pasados, que Margarita Roblestampoco está dispuesta a pasar por el aro de la abstención porque duda de que un Comité Federal pueda cambiar en sentido contrario el compromiso con los votantes.
Es lo mejor, «de corazón»
Por eso, Javier Fernández habló ayer en rueda de prensa de que siendo el mandato «imperativo» para los 84 diputados socialistas, incluido el PSC, va a tratar de «persuadir» en esta semana a los díscolos, en particular al PSC, para que acaten- que vean que la abstención es lo mejor para todos «de corazón», también para los socialistas catalanes, porque no es «algo vergonzante», ni supone apoyar al PP. Y no quiso hablar de sanciones del grupo a diputados por «algo que no se ha producido» todavía.
El verdadero problema lo tiene la gestora con el PSC porque puede derivar en ruptura tras 38 años de aliaza electoral. Ni Susana Díaz ni Vara ni él quieren ceder en el pulso con Miquel Iceta. Creen que quien más tiene que perder es el PSC, hoy en los huesos electoralmente hablando por ser el «enfant terrible» del socialismo con unas posturas filonacionalistas que hacen perder pie al resto del partido.
La postura contraria del PSC quedará previsiblemente ratificada en el Consejo Nacional extaordinario -máximo órgano de decisión entre congresos- que se celebará mañana. Allí, la dirección pedirá a sus integrantes que faculten a sus siete diputados en el Congreso para que voten «no» a la investidura de Rajoy. Miquel Iceta, al que se reconoce su habilidad para navegar en aguas revueltas, no podrá evitar en este caso un choque de trenes que los socalistas catalanes confían en que no produzca daños irreversibles.
La respuesta «sensible, inteligente y comprensiva» que pedía Iceta a la salida del Comité Federal pasaría según el partido por minimizar daños y limitar el castigo a una multa. No es esta sin embargo la opción preferida por una parte importante del PSOE, la más meridional, que cree que ha llegado el momento de repensar la relación con el «partido hermano», algo así como un ajustar cuentas tras años de deslealtad, sostienen. Paradójicamente, y tras unos años en los que las voces más insistentes en favor de replantear la relación entre ambos partidos partían del PSC, los socialistas catalanes ven ahora como la presión llega desde el otro lado.
El vínculo
Aunque Iceta, y de ello hizo bandera durante el proceso de primarias, es partidario de no revisar el protocolo de relación que vincula a PSC y PSOE desde 1978, hay voces en el partido que ven ahora una oportunidad para ello, en lo que sería pasar de una relación de tipo federal a otra confederal. El pasado viernes, por ejemplo, el primer secretario del PSC de Girona, Juli Fernández, miembro del sector catalanista, señalaba que no vería mal que el PSC dejase los órganos de dirección federales si el PSOE se lo reclama. Por contra, otro sector del partido, Iceta entre ellos, alerta de que una ruptura de este tipo no haría más que alimentar el discurso que desde el independentismo se mantiene en Cataluña.