Para celebrar el centenario de Cela, nada mejor que «La colmena». La RAE la pone a nuestro alcance con los fragmentos inéditos suprimidos por la censura y por el propio autor
Coincidiendo con el centenario de Camilo José Cela, la Real Academia y la Asociación de Academias de la Lengua Española han publicado una edición conmemorativa de «La colmena». Ha aparecido este mes de octubre, cuando se cumplen 27 años de la concesión del Nobel a Cela.
La mayoría de los críticos coinciden en que «La colmena» es una de las más importantes novelas españolas de la posguerra (para algunos, de todo el siglo XX). Su novedad fundamental radica en su estructura: cientos de personajes, sin un protagonista, para reflejar la realidad cotidiana del Madrid de la inmediata posguerra. Respondía eso a la filosofía behaviorista o conductista, que reaccionaba contra el exceso del análisis psicológico para centrarse en el comportamiento de los personajes. El protagonista colectivo es la gran ciudad en «Manhattan Transfer», de John Dos Passos, a la que siguen, entre nosotros, «La colmena», de Cela, y «La noria», de Luis Romero.
Esta edición conmemorativa ofrece un texto depurado de la novela, valiosos estudios y textos complementarios– y, sobre todo, lo que se presenta como «Fragmentos inéditos, censurados y autocensurados, del manuscrito de 1946».
Futura fama literaria
Conocí a Noël Salomon, autor de un estudio magistral, «El campesino en el teatro de Lope». En la Casa de Velázquez, me comentó que él había combatido en esa zona de la Ciudad Universitaria madrileña. Entre los papeles que dejó este profesor, su hija encontró esa versión incompleta del manuscrito de «La colmena» y tuvo la generosidad de depositarla en nuestra Biblioteca Nacional.
Las preguntas se acumulan. ¿-Era más amplio lo que Cela entregó a Noël Salomon? Imposible saberlo. ¿-Cómo conoció el joven Cela a este profesor? Aventuro una hipótesis: quizá fue a través del gran erudito don Antonio Rodríguez Moñino, tan vinculado a Castalia y, a la vez, decidido partidario de apoyar a los nuevos escritores españoles. ¿-Por qué se lo regaló? Conociendo la preocupación de Cela por su futura fama literaria, no resulta sorprendente. (Recuérdese cómo, con la ayuda de su amigo Fernando Huarte, guardaba en su casa de Mallorca -él mismo me la enseñó- una colección de todas las primeras ediciones y traducciones de sus obras). ¿-Qué buscaba? Quizá, que Salomon realizara algún estudio y protegerse así, con su autoridad académica, en un momento en el que la censura española le creaba tantas dificultades.
Lo que permanece es una gran novela, que refleja un momento histórico pero lo trasciende
Recordemos los hechos básicos. Según el testimonio de su hijo, Camilo José Cela presentó a la censura la primera versión de «La colmena» el 7 de enero de 1946. Diez días después, leyó una parte de la novela en un acto, en la librería hispano-alemana Bucholz (situada en la Castellana, junto al Ministerio de la Guerra, jugó un importante papel cultural en aquellos años). No resulta extraño que el dictamen de la censura fuera negativo. Debió de haber un período de gestiones, tiras y aflojas (como era habitual en esos casos), que se prolongó, sorprendentemente, nada menos que cinco años. Finalmente, la novela apareció en Argentina, en 1951.
El texto de esa primera edición debía de acumular tres censuras:
1) la española (que condujo a su prohibición total)-
2) la de la Argentina de Perón. Años después, escribe Cela: «Con las tachaduras argentinas hice tres grupos: las que podía aceptar sin detrimento del libro e incluso limpiándolo de innecesarios excesos verbales o argumentales, las que no podía aceptar de ninguna manera y las que podía aceptar condicionalmente»-
3) no es muy aventurado suponer que Cela también realizó cierta autocensura– incluso, como cebo para los censores, escribiendo y, luego, suprimiendo algunos párrafos más llamativos, para lograr que pasara el resto.
En todo caso, los fragmentos inéditos que ofrece el manuscrito de Noël Salomon reflejan un estadio anterior a esas supresiones.
Después de la edición argentina, la primera, la novela apareció editada en Barcelona, por Editorial Noguer (aunque, en las tres primeras ediciones, de 1955, 1957 y 1962, el pie de imprenta fuera mexicano). La primera edición oficialmente editada en España fue la de 1963. Esta edición conmemorativa recoge la versión que él consideraba definitiva, la incluida en sus «Obras Completas» (Destino, Barcelona, 1962).
Para el lector curioso -y todos los somos- lo más llamativo de esta edición son los párrafos que cualquiera de las censuras suprimieron. Se nos ofrece la fotocopia de lo mecanografiado, la transcripción y unas notas que lo sitúan y explican los cambios, subrayando lo suprimido (una labor realizada por Adolfo Sotelo y Noemí Montetes). Aunque no resulta muy fácil cotejarlo, por el tipo de letra empleado, puedo resumir lo que se suprimió.
Desolado pesimismo
Básicamente, se trata de escenas eróticas, como la violación de un homosexual, alguna alusión a zoofilia y el encuentro de dos lesbianas- costumbrismo prostibulario, como una pintoresca agenda, organizada por clientes- referencias a «las golfas», las enfermedades venéreas, el vello púbico, «el vicio solitario»&hellip- Más curioso me parece que se hayan suprimido citas de un poema de Juan Ramón Jiménez, de la «Biblia» y de una vida de San Luis Gonzaga. También se han eliminado irónicas frases de acartonada retórica: «Ni Isabel la Católica, ni la Vicesecretaría, ni la permanencia espiritual de nadie&hellip-» (p. 340).
Alguna vez, lo que parece haber escandalizado a los censores es el desolado pesimismo: «¡-Este mundo es una m&hellip-! ¡-Aquí todo Dios anda a la suya!». O la justificación por la necesidad: «La Marujita dice que se tiene que comer&hellip- con eso se arregla todo&hellip- ¡-Así da gusto!» (p. 332).
Más allá de estas nuevas celdillas, lo que permanece es una gran novela, que refleja un momento histórico pero lo trasciende- que parte de la realidad pero llega a ser, gracias a su admirable lenguaje, una obra de arte. Por eso, «La colmena sigue viva».