La crisis, el hastío con las clases dirigentes y el uso compulsivo de las redes sociales desatan una cadena de resultados electorales inesperados contra el «establishment»
Trump, el Brexit, el ascenso de los populismos en Europa, el rechazo al acuerdo con las FARC&hellip- El mundo parece empeñado en ir contra corriente. Buena parte de las grandes citas con las urnas en distintos rincones del planeta se han saldado con la victoria de las opciones más inesperadas y rupturistas, con un bofetón en el rostro a los poderes establecidos, a los gobernantes acomodados en los despachos desde los que rigen los destinos de millones de personas.
En un momento en que se ha extendido como nunca la implantación de la democracia -«la peor forma de gobierno, excepto por todas las otras formas que han sido probadas de vez en cuando», según Winston Churchill-, llega esta suerte de revancha compulsiva contra las poltronas políticas, que de paso ha puesto en ridículo a los encuestadores. ¿-Por qué?
Pocos días antes de las elecciones en EE.UU., la fundadora del movimiento «Latinas for Trump», Ileana García, explicaba a ABC por qué defendía al magnate neoyorquino. García, mujer e hispana, no se sentía ofendida por Trump y, en cambio, lo apoyaba porque se trataba de «una guerra en contra del establishment de los dos partidos, el demócrata y el republicano, que no han hecho absolutamente nada por este país». Ese desafío a las élites podría servir para interpretar la rebeldía expresada en otras recientes votaciones con resultado sorpresa.
«Aunque el votante no se crea las promesas populistas, de momento castiga al establishment»Alejandro Navas, profesor de Sociologia de la Univ. de Navarra
Se trata del «viejo tema de la desafección, del alejamiento por parte de las élites políticas, de los partidos, de su base social», señala el sociólogo Alejandro Navas. Según este profesor de la Universidad de Navarra, «la gente está satisfecha con la democracia, pero a la vez descontenta con sus líderes, con cómo funcionan las instituciones». Aunque se acepta que no hay alternativa a la democracia, apunta, se percibe «que los grupos en el poder, los partidos, no están a la altura», como que «las élites han secuestrado la democracia» y que para los políticos «el fin es el poder, y el programa lo secundario, lo instrumental». Además, añade, «los programas tienden a parecerse» y «cuando un partido quiere tener votos, se centra», de modo que los partidos son «intercambiables».
Para Navas, a ello se une otro «reproche clásico», la corrupción, así como la figura del político profesional, el que hace carrera en el partido sin que haya «cobrado ni menos pagado un sueldo», de modo que su único horizonte es «la lucha partidista y la intriga».
«Cuando el médico no te cura, te vas al curandero, a la bruja o al que te vende el ungüento. Eso ha pasado»Fernando Savater, filósofo
El filósofo Fernando Savater coincide en que hay «una quiebra de la confianza en la política tradicional» y «una tendencia a buscar la solución fuera del marco habitual». «Cuando el médico no te cura, acabas yendo al curandero, a la bruja, a la que te vende el ungüento. Eso es lo que ha pasado», señala el pensador vasco.
En el caso de EE.UU., considera que ha habido «un resentimiento contra lo que había hecho Obama, un fondo de oposición a lo que representaba, a esa apertura social, que estaba ahí gestando algo y desgraciadamente ha salido fuera».
A su juicio, si el candidato demócrata hubiera sido Bernie Sanders, al que el establishment del partido «se cargó para poner a Hillary y que tenía un lado populista», tal vez «habría sido más capaz de contrarrestar a Trump». «No se le podrían haber hecho los reproches que se ha hecho a Clinton», apunta Savater, que cree que la ex secretaria de Estado era más «vulnerable» al representar al establishment «ligado a los poderes económicos» y permitir a Trump «jugar a ser el outsider».
Para el especialista en procesos electorales Daniel Ureña, «no cabe ninguna duda de que el mundo está cambiando y que lo sucedido en Reino Unido con el Brexit, en Estados Unidos con la victoria de Trump, el ascenso de Marine Le Pen en Francia, el auge de los extremismos en Alemania o las victorias de distintos tipos de populismo en Italia tienen puntos en común y que no se deben ver como hechos aislados».
«Muchos de los votos que ha obtenido Trump provenían de estados a los que les ha afectado mucho la crisis»Daniel Ureña, pte. Hispanic Council
Ureña, presidente del Hispanic Council, en la mayoría de los casos coincide «un rechazo hacia la clase dirigente que se combina con un aumento de la desigualdad, que ha provocado que ciertas capas de la sociedad hayan perdido poder adquisitivo». En el caso de Estados Unidos, «muchos de los votos que ha obtenido Trump provenían de estados a los que les ha afectado mucho la crisis», de ciudadanos que, pese a que tienen trabajo, han visto cómo su situación ha empeorado con respecto a 2008, cuando Obama llegó a la presidencia, comenta el responsable de este think tank.
Incertidumbre creciente
En esa línea, el catedrático de Historia Contemporánea y decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, Luis Enrique Otero, considera que estos fenómenos que se vienen observando son «la expresión de un malestar creciente en Europa, Estados Unidos y, aunque con peculiaridades un tanto distintas, en América Latina con las consecuencias sociales, culturales y económicas de la globalización que se han agudizado desde el estallido de la crisis de 2007-2008».
«La incertidumbre ante un mundo en acelerado cambio es un posible factor para explicar este seísmo»Luis Enrique Otero, decano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid
Numerosos estudios, sostiene Otero, han llamado la atención sobre «el incremento de la desigualdad en el llamado mundo occidental desde la crisis de los años 70 del siglo XX». «La globalización, la crisis de los Estados del bienestar, la revolución tecnológica y sus implicaciones laborales, sociales y culturales están detrás de ese malestar, que, salvando todas las distancias, puede encontrar un cierto paralelismo con el fin de la Belle Époque», sugiere. Plantea que entre las causas de este «seísmo» político haya un «temor a lo nuevo, la incertidumbre ante un mundo en acelerado cambio, que escapa en buena medida a nuestra comprensión y que excede nuestras capacidades», algo que, para el historiador, evoca la angustia reflejada en películas como «Metrópolis», de Fritz Lang, o «Tiempos modernos», Charlie Chaplin.
A ello agrega que los partidos surgidos en el siglo XX y sus correlatos ideológicos -socialdemocracia, democracia-cristiana, liberalismo-, «siguen atrapados en las coordenadas mentales, culturales e ideológicas de un mundo que ha desaparecido o está en trance acelerado de desaparición, identificados despectivamente como &ldquo-casta&rdquo- o &ldquo-establishment&rdquo-».
En brazos del populismo
En ese caldo de cultivo es donde los populistas encuentran un terreno abonado. Ante un escenario global amenazador, «el populismo promete certidumbre, aunque sea falsa y engañosa», señala Alejandro Navas. El sociólogo asegura que se trata de «un voto desesperado» y que los ciudadanos, aunque en el fondo no se crean esas promesas, «de momento castigan al establishment».
Fernando Savater insiste en la idea de que el populista siempre busca «que la gente no se sienta culpable» y responsabiliza a otros grupos políticos. «Dicen que la gente es buena, está engañada, maltratada y hace que se sienta víctima» de un enemigo común, enfatiza. Para eso las redes sociales son una herramienta eficaz. El propio Savater resalta que en ellas triunfa «el sensacionalismo», las opiniones «más ruidosas, estrepitosas».
«Hay exceso de información y nos quedamos solo con los titulares, por lo que estamos muy poco informados»Teresa Barceló, coordinadora del grado de Comunicación Digital de la Universidad CEU-San Pablo
En ese sentido, la coordinadora del grado de Comunicación Digital de la Universidad CEU San Pablo, Teresa Barceló, considera que hay un exceso de información que nos lleva a quedarnos solo con los titulares y a estar, en realidad, «muy poco informados». En los mensajes se busca «impactar más con ese titular». Barceló subraya que lo que se lanza en las redes sociales son «mensajes efímeros», que pueden ser «fruto de un calentón» o con los que se busca «ser el primero en hacer una gracia, sin darnos cuenta de que llega a un número indeterminado de usuarios que no se puedo controlar». «Las penas son menos pena si las comparto y si todos estamos enfadados, ese ese enfado colectivo puede llevar a la masa a hacer locuras», recalca.
Patinazos de las encuestas
«La inmediatez de las tecnologías de la información hace también que las decisiones cambien más rápidamente y que la decisión final ante una votación se tome a última hora», asevera el presidente de la empresa demoscópica GAD3, Narciso Michavila.
«Hay un sector de la población no alza la voz, pero se toma las urnas como revancha»Narciso Michavila, sociólogo y presidente de GAD3
De hecho, esos giros inesperados han causado sonoros fracasos en los pronósticos de las encuestas. El temor a un nuevo patinazo llevó a Gallup, una de las grandes compañías del sector, a renunciar a realizar estudios de intención de voto para estas elecciones presidenciales en EE.UU., después de que en 2012 diera por vencedor a Mitt Romney frente a Obama.
El voto a Trump «se empezó a activar en el último mes», según Michavila, que precisa que en EE.UU. sí hubo encuestas que lo percibieron y que el motivo del cambio no fue tanto la polémica sobre los emails confidenciales de Hillary Clinton, sino las noticias del encarecimiento de los seguros médicos del Obamacare. El rechazo hacia las élites hace que haya «un sector de la población que no alza la voz, pero se toma las urnas como revancha», afirma Michavila.
Repasamos a continuación los acontecimientos en Grecia, Francia, Reino Unido, Colombia, EE.UU. e Italia.
Grecia: El viento populista vino de Atenas
Nació en Atenas, nunca usa corbata y su equipo de fútbol es el «Panathinaikos». Alexis Tsipras se convirtió en figura clave de la política europea tras su éxito en los comicios generales en 2015, una victoria que festejó anunciando «Hoy hemos terminado con la austeridad. La troika pertenece al pasado». La difícil situación económica del país trastocó esta promesa meses más tarde, provocó la negociación de un tercer rescate y abrió una brecha en su formación de izquierda, Syriza. La revuelta en el partido se saldó con la escisión: los más radicales, críticos tras el resultado de las negociaciones con Bruselas, dieron un portazo y crearon «Unidad Popular», según informa Silvia Nieto.
El primer ministro movió entonces ficha. Para salvarse, dimitió y provocó la convocatoria de elecciones ese verano, que volvió a ganar.Las decisiones pragmáticas de Tsipras, que ha llevado a cabo reformas económicas que criticaba cuando lideraba la oposición populista, contrastan con las convicciones de su juventud, ya que en un primer momento fue del partido comunista.
Francia: La extrema derecha puede llegar al Elíseo
El Frente Nacional (FN, extrema derecha) de Jean-Marie y Marine Le Pen defiende el cierre de fronteras, la ruptura con Europa, el ultra nacionalismo económico, la xenofobia y la expulsión de inmigrantes desde hace treinta años.Alejándose de los grupúsculos neonazis que aún formaban parte de la herencia de su padre, Marine Le Pen consiguió una sólida implantación entre los trabajadores que en otro tiempo votaban al PCF. El 30% de los obreros franceses votan extrema derecha desde hace dos décadas, informa J. P. Quiñonero.
Los sondeos afirman que Marine Le Pen eliminará a François Hollande y cualquier candidato socialista, comunista o ecologista en la primera vuelta de las próximas presidenciales, en abril.El FN fue el partido más votado en las elecciones europeas de 2014, ganó doce alcaldías en las municipales de ese año y las regionales de diciembre de 2015 lo consolidaron como segunda fuerza,aunque los modelos electorales franceses han impedido que se instale en las instituciones.
Reino Unido: el Brexit, una reacción nacionalista
Como ha sucedido con Trump, el pasado 23 de junio las urnas del referéndum sobre la UE derrotaron a todo y a todos. Los mercados preveían el triunfo del «In», también las encuestas finales, los politólogos, los analistas de los grandes bancos multinacionales y hasta las casas de apuestas, el barómetro más fiable en el Reino Unido. Pero ganó el «Out». La mayoría silenciosa de Inglaterra votó mayoritariamente «no» y el resultado dejó un país fragmentado, informa Luis Ventoso.
Aunque los datos macroeconómicos son muy buenos, con un crecimiento sostenido cercano al 3% y el paro en el 4,9%, el desconcierto e indignación por la larga resaca de la crisis de 2008 y la globalización se tradujeron en la patada contra el establishment que fue el Brexit.
La campaña del «Out» supo centrar el mensaje en los inmigrantes y se presentó la salida de la UE como «el Día de la Independencia», la recuperación de la soberanía nacional cedida a Bruselas.
Colombia: No a la impunidad para las FARC
Ninguna encuesta predijo el rapapolvo al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en el plebiscito que convocó para ratificar su acuerdo de paz con las FARC. Santos estaba convencido de que los colombianos aceptarían el pasado 2 de octubre el documento cerrado en La Habana y firmado en Cartagena de Indias con el líder guerrillero Rodrigo Londoño Echeverri, alias «Timochenko», ante decenas de jefes de Estado y representantes de gobiernos extranjeros.
Ante los ojos atónitos de todo el mundo, los ciudadanos votaron mayoritariamente «no» a un acuerdo que suponía, según sus detractores, la impunidad para los responsables de miles de muertes y secuestros durante más de cinco décadas.El presidente de la empresa demoscópica GAD3, Narciso Michavila, señala que Santos hizo una campaña más pensada en la opinión pública internacional, ajeno al rechazo que causaba ver a Santos junto al cabecilla de las FARC. «Nosotros vemos a dos hombres con guayabera, pero para ellos Timochenko es un sanguinario», explica Michavila.
EE.UU.: Venganza contra las élites demócratas
El cambio de voto de la clase media-baja de los estados industriales, tradicionalmente demócratas y decisivos, ha sido una de las principales causas del triunfo de Trump, cuyas promesas proteccionistas y nacionalistas han calado en los más castigado por la desindustrialización.
Su mensaje paternalista consistió en culpar a los grandes acuerdos comerciales del deterioro del bolsillo de los ciudadanos y de la falta de empleo en esas zonas. Su dedo acusador apuntó también a China, Japón y otros países que hacen competencia desleal, informa Manuel Erice.
Un mensaje de culpa al extranjero que combinó con el anuncio de medidas duras contra la inmigración. Con enorme intuición, hizo del muro en la frontera con México un ariete electoral que incluso conectó con parte de los inmigrantes.El gran error de Clinton de llamar «deplorables» a los votantes de Trump fue recibido como una provocación del arrogante establishment demócrata, lo que movilizó a grupos que nunca habían votado.
Italia: amenaza de caos tras el referéndum
Tras el triunfo de Trump y el Brexit, Italia es el próximo objetivo de los populistas, que piensan derrotar al primer ministro Matteo Renzi en el referéndum del 4 de diciembre sobre la reforma constitucional.No está aún claro qué peso tendrá el «factor Trump», pero en el gobierno han saltado las alarmas. El primer ministro está empeñado en una durísima campaña desde hace meses, pero no ha ganado suficiente consenso. Hace meses aseguró que si perdía, cambiaria de trabajo. Luego tuvo que dar marcha atrás al percatarse de su error, porque convirtió el referéndum en un plebiscito: Renzi contra todos.
El resultado es que muchos votarán «no» para castigar directamente a Renzi, sin pensar en la Constitución, informa Ángel Gómez Fuentes. Un «no» que justifican por la crisis económica, al tiempo que critican la arrogancia con que gobierna Renzi, quien se ha ganado la fama de «un hombre solo al comando». Si el referéndum se celebrara hoy, ganaría el «no», según todas las encuestas. En este caso, Renzi seguramente dimitiría y el país se encaminaría a nuevas elecciones en el año próximo. Europa teme esta posible inestabilidad italiana.