Espana

La Galicia que se vacía, y la que se llena

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Usuarios de la ludoteca de Outeiro de Rei, que presta servicio a las familias en los horarios no cubiertos por la actividad lectiva – MIGUEL MUÑIZ

El último domingo de abril, Madrid escuchó el grito de la «España vacía», el clamor de los ciudadanos que se revuelven contra la discriminación y el olvido del mundo rural y los entornos ajenos a las grandes aglomeraciones urbanas, denunciando una penalización en servicios y oportunidades que complica el hoy y compromete el mañana de los pueblos. Galicia sabe de pérdida de población, de emigración y de desequilibrios territoriales. Las cifras de la última década reflejan la reducción de más de un 3% de su censo, casi cien mil personas menos en la Comunidad en una caída mantenida que, no obstante, se distribuye de modo desigual sobre el mapa. Apenas medio centenar de concellos navegan a contracorriente y, ayudados por el suelo industrial, armados por ventajas a la conciliación o empujados por los precios residenciales de sus ayuntamientos limítrofes, crecen en número de vecinos

Rocío Lizcano

En las elecciones municipales de 2015, Outeiro de Rei sentó en su pleno municipal a trece concejales, dos más que en las anteriores legislaturas. Grano a grano, este concello rural de la Terra Chá había engrosado su padrón municipal hasta sobrepasar en 2011 la barrera de los cinco mil habitantes que adjudicaban al ayuntamiento dos actas más de concejal. El próximo curso será el primero en el que su colegio de Infantil y Primaria opere con doble línea en todos los niveles en respuesta a una matrícula en sostenido ascenso. Más de 300 escolares llenarán en 2019-2020 las 18 aulas del CEIP Laverde Ruiz. «Somos una extraña isla en medio del océano de la despoblación», admite José Pardo, alcalde de esta localidad que en la última década ha visto crecer un 5% su padrón, hasta contar 5.093 vecinos.

En un contexto generalizado de pérdida de población, Outeiro de Rei se erige como caso extraño. Ubicado a once kilómetros de la capital lucense, es el único de los concellos limítrofes con la ciudad de la Muralla que no sólo mantiene, sino que ensancha su censo en los últimos diez años. A su alrededor, todo el cinturón que componen Castro de Rei, Castroverde, O Corgo, Guntín y Friol acumula descensos en el entorno del 12-13%.

Sólo cinco municipios de los 67 que componen la provincia de Lugo han ganado habitantes desde 2009, y a nivel autonómico la cifra es igualmente pobre: en Pontevedra son 16 de 61 los concellos con saldos positivos- en La Coruña, 12 de 93, y en Orense, sólo cuatro de 92. Ni siquiera las siete ciudades escapan a la dinámica regresiva: Vigo, Ferrol, La Coruña y la capital orensana descienden en vecinos, casi siempre, en favor de ayuntamientos intermedios de su área de influencia.

El fenómeno es bien conocido para Adolfo Campos, regidor de Dozón, en la comarca del Deza. «Llevo treinta años como alcalde y en este tiempo he visto esfumarse unos mil vecinos del censo», dice el primer edil, crítico con el abandono del rural por parte de las administraciones y consciente del ocaso de un territorio en el que los bajos precios de la leche en origen, expone, lastran el futuro de una tierra eminentemente ganadera y de unas explotaciones cojas sin el aporte del sector lácteo. Explotaciones, apunta, gestionadas en su mayoría por personas de edad avanzada, sin margen de beneficios para contratar personal que insufle nuevo empuje a las granjas.

En caída sostenida

Dozón se mantiene en el filo de los mil habitantes, acusando la pérdida más pronunciada del conjunto autonómico —un 39,2% desde 2009—, pero son casi medio centenar los ayuntamientos con caídas superiores al 20%.

En Chandrexa de Queixa, en el Macizo Central orensano, el descenso supera el 31%. Desde el año 2000 —primero en la serie disponible en el IGE—, no consta para el municipio la construcción de un solo metro residencial. «La gente joven se marcha a estudiar y después, si pueden, no vuelven», dice Francisco Rodríguez, alcalde de este municipio de 466 vecinos, cuando se le pregunta por el número de nacimientos (uno en todo 2017, otro en el ejercicio anterior). ¿Las razones? La falta de comodidades y de servicios. «Ahora aquí no tenemos ni una línea regular de autobús para llegar desde Chandrexa a Orense. Teníamos tres bancos y ya no queda ninguna oficina- las personas tienen que desplazarse a 20 kilómetros para hacer sus gestiones, y sin autobús», enumera el regidor entre los primeros puestos de una lista de dificultades en la que, de la mano del abandono del monte, se cuela también el fuego. «Hace seis años que cerró el último colegio. Cuando abrió en 1992 tenía 62 alumnos. Ahora los niños, pocos, van a 20 kilómetros, a A Pobra de Trives o a Castro Caldelas», expone Rodríguez, inmerso en dos proyectos con los que pretende oponer resistencia a la estadística: el mes que viene confía en que pueda abrir sus puertas una residencia de mayores que empleará a unas cuarenta personas y, más a medio plazo, trabaja en la puesta en marcha de un complejo de turismo rural que pueda ocupar a otras 2-3 personas. «Estamos luchando por fijar población, pero solos los alcaldes no podemos- necesitamos que todas las administraciones remen con nosotros», afirma.

Alrededor de las ciudades

Entretanto, las dinámicas de población engrosan los censos de las áreas metropolitanas de algunas de las principales ciudades. Es el caso de Vigo, que cede un 1,2% mientras Mos (+3,3%), Gondomar (+2,8%) y, singularmente, OPorriño (+12,9%) aumentan su padrón. El comportamiento se reproduce en el entorno de La Coruña, con incrementos de entre el 6 y el 9% en Cambre, Oleiros, Sada, Culleredo y Arteixo. En Orense, son los municipios limítrofes con la capital de Barbadás (+19,3%) y San Cibrao das Viñas (+21,7%) los que protagonizan el mayor éxito en términos de fijación de población. Y a la sombra de Compostela, Ames, con más de una década por encima de los 300 nacimientos anuales y una edad media de sólo 39,63 años, sigue representando uno de los casos singulares de crecimiento y atracción, ampliando en un 15,9% su censo respecto a 2009.

La proximidad de la ciudad de Lugo no es sin embargo, en opinión del alcalde de Outeiro de Rei, el factor diferencial que explica el éxito de su censo. «La clave es dar servicios lo más parecidos posible y en algún caso mejores a los que los vecinos pudieran tener en las ciudades», sostiene Pardo, para quien su evolución sólo se explica por una suma de factores que van desde la implicación directa del concello en los suministros de cada punto de las 27 parroquias y 190 núcleos del municipio —tenemos 5.000 habitantes y 3.000 farolas, ilustra— o la apuesta que arrancó 15 años atrás en torno al polígono industrial de Outeiro —hoy con más de un millón de metros de suelo industrial aprobados—. Su programa estrella, sin duda, el plan de conciliación: una ludoteca a precios públicos que de 7.45 a 20 horas presta servicio ininterrumpido a las familias. «Tenemos parejas jóvenes que han venido por este programa», apunta el regidor.

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