El Ejecutivo de la socialista Francina Armengol muestra un perfil de radicalidad inédito en los anteriores «pactos de progreso»
El denominado «pacto de progreso» que en la actualidad preside la socialista Francina Armengol en Baleares es el tercero de esas características que ha habido en la Comunidad. El Archipiélago había contado ya previamente con dos Ejecutivos similares, liderados por el también socialista Francesc Antich, el primero en la legislatura 1999-2003 y el segundo en el periodo 2007-2011. Frente a la imagen de moderación que solía ofrecer Antich, algunos de los posicionamientos defendidos hasta ahora por Armengol están resultando sin duda más extremos. La única excepción en ese sentido serían, paradójicamente, las decisiones tomadas por Armengol en materia de política lingüística, pues se ha limitado a recuperar o actualizar las principales medidas aplicadas ya en su momento por su mentor.
Ya con Antich el catalán era un requisito para acceder a la Administración, que en los colegios había de facto inmersión en detrimento del castellano y que en el canal autonómico IB3 se utilizaba solo el catalán estándar. También con Antich, el Govern y la Generalitat colaboraban en el Instituto Ramón Llull (IRL) y a nivel institucional se realizaban en las Islas campañas para promocionar el uso de la lengua catalana en todos los ámbitos de la sociedad. Es decir, prácticamente lo mismo que ha defendido o aprobado Armengol en el último año.
La principal diferencia entre ambos políticos socialistas es que Armengol y las formaciones que ahora la apoyan —la coalición econacionalista MÉS y Podemos— dejan traslucir día a día, a nivel global, un perfil de radicalidad muy alejado de la templanza que solían mostrar Antich y sus antiguos socios, los precursores de MÉS y la hoy extinta Unió Mallorquina.
Corrupción
El gran lastre del segundo y último pacto de «progreso» que lideró Antich no fue ideológico, sino de corrupción. En cambio, lo más significativo de la situación política actual es que la Comunidad se encuentra regida, por vez primera en su historia, por unos partidos bastante alejados del centro político, incluido a veces el propio PSOE.
En sentido estricto, en el Govern no hay un tripartito como tal, pues si bien MÉS sí tiene consejeros autonómicos en el Ejecutivo de Armengol, Podemos decidió hace un año no integrarse en dicho Ejecutivo y solo darle su apoyo externo. Aun así, las proposiciones más relevantes son presentadas siempre conjuntamente por los tres. El impulsor de MÉS, Biel Barceló, es el actual vicepresidente balear y también consejero de Turismo, mientras que el líder de Podemos en las Islas, Alberto Jarabo, es solo diputado regional.
En ese contexto de un cierto rupturismo cabe situar varias de las últimas iniciativas promovidas por el tripartito, como su deseo de prohibir los toros en Baleares, algunos recientes cambios legislativos en materia medioambiental, el propósito de limitar las horas lectivas de los profesores de Religión, la petición de que el nombre oficial de los tres aeropuertos isleños sea solo en catalán, los recelos cada vez mayores ante el constante incremento en la afluencia de turistas o el enfrentamiento con la Iglesia a causa de los bienes inmatriculados.
A ello hay que añadir, aunque sean cuestiones algo menores, que Armengol defiende aún hoy para España un Ejecutivo de izquierdas, con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias al frente, o que tanto Podemos como MÉS se negaron a acudir a la recepción que los Reyes ofrecieron el día 7 en el Palacio de la Almudaina de Palma para hacer gala de republicanismo.
Por otra parte, hay que reconocer que la realidad política que vivió Antich a nivel estatal y la que vive ahora Armengol son diferentes. Entonces era inimaginable que Cataluña pudiera iniciar el camino al margen de la ley que acaba de emprender recientemente rumbo a la independencia. Por fortuna, ese camino no lo prevé seguir en Baleares el actual tripartito, ya que ni el PSOE, ni MÉS ni Podemos abogan por ningún tipo de «desconexión» con respecto al resto de España.
Los coqueteos políticos —o culturales— con Cataluña han sido recurrentes cuando en Baleares ha gobernado un tripartito. Ha sido también en esos momentos cuando desde los sectores intelectuales o educativos nacionalistas se ha defendido con mayor fuerza la idea unos supuestos «Países Catalanes», de los que también formaría parte la Comunidad Valenciana. En el Archipiélago, esa idea cuenta sobre todo con el apoyo de la Obra Cultural Balear (OCB), entidad que en el pasado fue un referente democrático y que hoy es ya casi solo una mera asociación soberanista más.
Preocupación
Así lo han venido denunciando el primer presidente de la Fundació Jaume III, José Zaforteza, o el presidente del Círculo Balear, Jorge Campos, entidades que se oponen al citado nacionalismo de carácter filocatalanista. Ambos coinciden a la hora de señalar que si bien están en contra de la política lingüística de Armengol, ven con mucha mayor preocupación otras iniciativas del actual tripartito. «En general, este Ejecutivo es mucho más extremista y radicalizado que los de Antich», sintetiza Campos.
Viendo cómo se está desarrollando hasta ahora la actual legislatura, los amantes de la moderación y del seny balear tienen buenas razones para empezar a sentirse, cuando menos, un poco preocupados.