«En el corazón de la lluvia», inventarse otra vida

Dijo Nietzsche que lo que no te mata, te fortalece. Sin duda, esta idea del pensador alemán se comprueba en la obra de la escritora pacense Milagros Frías, a quien le gusta poner a sus personajes en situaciones límite, sobre todo a los femeninos que suelen ser los principales en sus novelas. Quizá porque, aunque parezca que tenemos el control, vivimos en un campo de minas y todo, en un instante, puede estallar en mil pedazos. Precisamente, su novela anterior llevaba el significativo título de «Amor en un campo de minas», y en ella su protagonista, Silvia, debía enfrentarse a un gran desafío. Igualmente le ocurre a Clara, en su novela precedente, «El verano de la nutria» -XXI premio Torrente Ballester-, donde un viaje que se suponía paradisíaco se convierte en un infierno.

En su última propuesta, «En el corazón de la lluvia» -XI premio Logroño de Narrativa-, de título inspirado en un pasaje de «Las mocedades de Ulises», de Álvaro Cunqueiro, nos encontramos de nuevo con una mujer que ha de volver a empezar, reinventarse su vida y a sí misma.

Un día, Laura -voz narradora en primera persona-, recién cumplidos los cuarenta años, decide abandonar una existencia tan estresante como insatisfactoria: «Decepcionada laboralmente, mortalmente herida en el terreno sentimental tras una boda de pacotilla y un divorcio tan frívolo como la relación previa. Y después los amores a salto de mata». Toma carretera y manta, con un mínimo equipaje y sin tener previsto el destino.

No todo es idílico

Ya en ruta, se decanta por Galicia y desemboca en un pueblo, donde se instala en una solitaria finca: «El agobio permanente, la angustia, la asfixia empiezan a quedar atrás». Allí descubre otra manera de vivir -la novela encierra no poco del «topoi» «menosprecio de corte y alabanza de aldea»-, y entra en contacto con sus habitantes, sobre todo con Lyca, emigrante serbio, con quien entablará una relación amorosa. Pero, naturalmente, no todo es idílico, y Laura se verá inmersa en un episodio terrible, con muertes violentas incluidas, que la sitúa contra las cuerdas.

Milagros Frías nos sumerge en una historia intensa, bien construida, repleta de sorpresas, con un punto de singular «thriller» -sin olvidar asuntos motivadores de reflexión-, poblándola con personajes perfectamente trazados y creíbles, al no ser de una pieza: «Todos tenemos recovecos y rarezas». Y no solo el de la protagonista. Ahí está, por ejemplo, el matrimonio formado por Valentín y Laureana, que llevan con contención la tragedia que les golpeó en el pasado.