Ante la evidencia de que la economía española resiste a las turbulencias políticas, los ministros de la zona euro prefieren no aumentar la presión
«Como saben, nosotros no podemos formar un Gobierno en España, aunque a veces nos gustaría». La frase es del presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, al comienzo de la reunión de ayer en la capital eslovaca y en la que los ministros de Economía abordaron precisamente los problemas que afronta el Ejecutivo en funciones para cumplir la regla europea que le obliga a presentar un presupuesto antes del 15 de octubre. El comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, tuvo que reconocer que las autoridades españolas están en funciones y que no podrán cumplir con esa regla. Pero la regla no desaparece, ni la necesidad de que haya cuanto antes un gobierno con plenos poderes para ejecutar las medidas de ajuste que se le exigieron a España en julio a cambio de anular las sanciones por déficit excesivo. Y antes que nada, darle argumentos a la Comisión para levantar la suspensión de los fondos estructurales.
«Está claro que en el contexto político actual la capacidad de actuación es limitada», dijo Moscovici al término de la reunión de ministros de Economía de la zona euro. «Está claro también que esperamos que haya un borrador presupuestario basado en la asunción de que no haya cambios en políticas y que debe ser presentado el 15 de octubre», añadió. En la reunión de ayer el ministro Luis de Guindos informó a sus colegas de la coyuntura política española y les anunció que dada la situación actual es imposible cumplir plenamente con las reglas. Sin embargo prometió que además de los presupuestos prorrogados espera poder aprobar como decreto-ley la reforma del impuesto de Sociedades. Cuando le preguntaron sobre la posibilidad de que el mismo contexto político hiciera imposible su aprobación parlamentaria dijo que da por hecho que eso no sucederá, teniendo en cuenta que esa medida formaba parte del pacto con Ciudadanos y que el grupo socialista «debería ser sensible a esta decisión responsable». Según el Gobierno, con esta medida se espera recaudar hasta 6.000 millones más, lo cual puede ayudar a acercar las cuentas de este año a los objetivos de reducción de déficit, pero no anula la necesidad de poner en marcha otras decisiones de ajuste presupuestario reducir el déficit, que es lo que se le pide a España.
La espada de Damocles en este caso es la suspensión de los fondos estructurales, automática y que la Comisión solo puede anular si esas exigencias se cumplen. Nadie ha aclarado si la reforma de Sociedades será suficiente. En todo caso, aún queda por delante un proceso que hasta ahora no se había puesto en marcha y que incluye un diálogo con el Parlamento Europeo, que según Moscovici ha de producirse «lo antes posible», probablemente en la segunda quincena de septiembre.
Moscovici defendió la decisión de la Comisión de anular las sanciones a España y Portugal, aunque también tuvo que escuchar al representante del BCE presente en la reunión y en la posterior rueda de prensa, el francés Benoît Coeuré, alertando sobre las consecuencias de la fragilidad de las reglas de gobernanza económica en la zona euro.
«Debemos evitar -dijo- una situación en la que las reglas no se apliquen de manera transparente, consistente y predecible. Porque esto pondría la credibilidad de todo el marco fiscal en riesgo» y dificultaría una mayor integración de la zona euro en un futuro.
La situación de un gobierno en funciones frente a unas reglas rígidas es tan especial que los ministros han tenido que reformarlas para adaptarlas a esta circunstancia inédita y nueva para todos. Dijsselbloem sabe que los problemas presupuestarios de España «no se han evaporado» por el hecho de que no se pueda formar un gobierno y sigue insistiendo en que cualquiera que sea el Ejecutivo que entre en funciones deberá tomar las medidas que se le piden. Pero también acabó reconociendo que mientras no se resuelva esa crisis política no hay nada que hacer ni equipo al que reprochar la ausencia de medidas. En su propio país, Holanda, las cosas no van mucho mejor para su partido (socialdemócrata) y quién sabe cuánto puede durar la actual coalición frente a la ofensiva populista.
Teniendo en cuenta que los ministros tienen dónde mirar en busca de graves problemas, la parte positiva de la exposición de De Guindos ha sido la descripción de la economía española, acelerada por las exportaciones y el superávit comercial, que es lo que todos esperan que actúe como agente de mejora de la balanza fiscal a falta de decisiones sobre el presupuesto del año que viene. Frente a esta realidad, los ministros han vuelto a advertir al Gobierno populista griego que debe tomar las medidas de ajuste que le piden y aunque con menos vehemencia también han empezado a preocuparse seriamente por la situación de la economía portuguesa, atenazada por la política de un Gobierno socialista apoyada en la extrema izquierda. En el caso griego, la convocatoria de una «cumbre antiausteridad» de países del sur de Europa ha causado incluso cierta irritación. El ministro alemán, Wolfgang Schäuble, ironizó diciendo que no hacía comentarios sobre algo que «pensaba que era una reunión de partido». En contraste en España, con el sistema financiero en calma y recuperando cuotas de actividad, tanto el Gobierno como el Eurogrupo como la Comisión esperan que el déficit se reduzca de forma que permita a todos afirmar que han cumplido con su obligación, unos de ajustar las cuentas y otros de forzar el ajuste, sin que en el fondo ninguno haya hecho realmente nada. Milagros de la economía.