Sociedad

COP26: Qué supone el acuerdo entre China y EEUU para la acción global contra la crisis climática

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El acercamiento no avanzó novedades respecto a los puntos más calientes de la cumbre: la financiación para la adaptación de los países más vulnerables. Tampoco se hizo ninguna referencia a la necesidad de acabar con los combustibles fósiles.

La noche del miércoles se cerró en la COP26, la Cumbre del Clima, con un acercamiento histórico entre los representantes de China y EEUU. Las dos superpotencias se comprometieron a empezar a colaborar en la lucha contra la crisis climática a lo largo de la década y a tratar de mantener la subida del termómetro del planeta por debajo del umbral del 1,5ºC. Una declaración de intenciones potente si se tiene en cuenta que ambos países son los principales emisores de CO2 del planeta, junto con la Unión Europea.

Pero, más allá del gesto, ¿a qué se han comprometido los representantes norteamericanos y chinos? ¿Cómo afectará a la recta final de las negociaciones de la cumbre de Glasgow? A pesar de ser un acercamiento positivo, el pacto sellado anoche no brilla precisamente por elevar la ambición de las superpotencias no por ser el preludio de un acuerdo vinculante. De hecho, no es la primera vez que ambos Estados informan de su intención de reforzar la acción climática de manera conjunta. En abril, John Kerry, enviado especial de EEUU para el Clima, y su homólogo chino, Xie Zhenhua, ya comunicaron, tras una reunión en Shanghái, que harían todo lo posible para cooperar y reforzar la implementación del Acuerdo de París.

Los mismos actores volvían a estrechar sus manos en Glasgow el miércoles tras una larga reunión de la que apenas salieron medidas concretas. Únicamente se comprometieron a cumplir lo que ya firmaron en 2015 en París: actuar para mitigar la subida de temperaturas e impedir que suba más de un grado y medio en los próximos diez años.

El punto más destacado, un acercamiento más diplomático que climático, hacía referencia a la alianza contra las emisiones de metano –gas causante del 25% del calentamiento del planeta– encabezada por EEUU en la COP26. La delegación americana sumo a más de cien países a su compromiso de reducir un 30% las emisiones de este contaminante de cara a 2030. La reunión no ha conseguido que China se adhiera al acuerdo, pero si que ha arrancado un compromiso por parte de los asiáticos para «desarrollar un plan de acción nacional integral y ambicioso sobre el metano con el objetivo de lograr un efecto significativo en el control y las reducciones de las emisiones de metano en la década de 2020», tal y como se recogía de la declaración conjunta.

«El éxito de esta cooperación se juzgará en función del resultado de la COP26»

Más allá de la importancia geopolítica del acuerdo, las declaraciones de los representantes de ambos países no han servido para desenmarañar los puntos más enquistados de la COP26: la financiación de los países ricos a los países más vulnerables para la adaptación y la reparación de daños por la crisis climática. «Estas cosas son importantes, especialmente por parte de estos dos países. Pero, en última instancia, su declaración se queda corta respecto al llamamiento de los países vulnerables al clima, que exigen que las naciones vuelvan a la mesa de negociaciones cada año con una mayor ambición», expone Jennifer Morgan, directora ejecutiva de Greenpeace Internacional.

En esa línea, sólo un punto del acuerdo señalaba la «importancia» de la adaptación «para abordar la crisis climática» y hacía únicamente una referencia a «ampliar el apoyo financiero» a los países en desarrollo. Un primer paso importante, pero sin concretar cifras, algo que en la Cumbre del Clima no paran de reclamar los países del bloque africano o los pequeños Gobiernos insulares. Las grandes potencias ya han incumplido su promesa de aportar 100.000 millones de dólares en 2020 para fortalecer la resiliencia de los Estados más vulnerables a la crisis climática y es algo que, en estos momentos, parece lejos de resolverse.

Tampoco se anunciaron grandes compromisos contra los combustibles fósiles. Las dos naciones asumen el reto de limitar la subida de temperaturas, pero no concretaban cómo hacerlo, más allá del mencionado pacto contra el metano al que tímidamente se sumó anoche China. En la declaración conjunta sólo hay una mención al carbón y no se puede considerar ambiciosa: el gigante asiático anunciaba que asumirá, en su decimo quinto plan quinquenal (2025-2029), una reducción gradual del consumo de esta materia. Por lo demás, en el texto no hay rastro de referencias al petróleo o el gas, los otros dos combustibles fósiles.

Laurence Tubiana, artífice del Acuerdo de París, se mostraba cauta tras el acercamiento bilateral y exponía que «el éxito de esta cooperación se juzgará en función del resultado de la COP26».

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