Los abertzales esperan entrar en el Gobierno a pesar de que el pacto entre nacionalistas y socialistas parece inminente
Íñigo Urkullu ya cuenta los días que faltan para ser investido de nuevo presidente del Gobierno vasco. El Parlamento autonómico anunció este jueves que el pleno se celebrará los días 23 y 24 de noviembre, por lo que la jura del cargo se produciría dos días después en la Casa de Juntas de Guernica.
El político nacionalista tiene prácticamente asegurada su proclamación, por lo que únicamente queda por conocer cuál será su compañero de viaje para la XI legislatura. En este sentido, el PSE parte con ventaja de cara a la conformación de un pacto de Gobierno, pues las negociaciones entre ambas formaciones se encuentran ya muy avanzadas.
EH Bildu es la única pieza que se interpone entre los socialistas y su deseada coalición. El partido abertzale sabe que tiene las de perder, pero aún cree posible un pacto de última hora que le permita formar parte del Ejecutivo vasco o, al menos, ser determinante en momentos puntuales.
Por otro lado, la «negociación a dos bandas» de la que alertó el presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, se ha mantenido hasta el momento en la más estricta confidencialidad. El PNV se niega en redondo a dar detalles de las reuniones que ha mantenido con sus socios potenciales desde la celebración de las elecciones autonómicas. Sabedores de que tienen el control de la situación, los nacionalistas no tienen prisa para cerrar el acuerdo que permita a Urkullu ser investido. Su objetivo principal: que el PSE acate «diez ejes» que pondrán en marcha la llamada «agenda vasca».
Diez ejes para el acuerdo
La palabra «autogobierno» rechina en la sede del PSOE vasco, pero es uno de los «diez ejes» que el partido de Idoia Mendia tendrá que abordar si pretende formar parte del nuevo Ejecutivo. Las palpables diferencias entre el PNV y el grupo socialista no han supuesto, sin embargo, un hándicap a la hora de sentarse a negociar.
Los de Andoni Ortuzar hicieron saber desde el primer momento a sus interlocutores que difícilmente cerrarán un acuerdo de Gobierno si no se amoldan a la ruta secesionista que pretenden impulsar en el territorio vasco. Su programa también hace referencia a cuestiones de paz y al reparto de competencias con las administraciones centrales.
A cambio, el PNV está dispuesto a realizar algunas concesiones. De entrada, el PSE quiere que Tontxu Rodríguez repita cargo y sea uno de los tres senadores autonómicos que se elijan el próximo lunes. Un puesto que tendrá que pelear con EH Bildu y Elkarrekin Podemos, pues los dos restantes serán para candidatos jeltzales.
Por otra parte, los socialistas también quieren «afinar un poco» las pautas marcadas por los separatistas, sobre todo las que afectan a las cuestiones de convivencia y política social.
Mikel Torres, secretario general del partido en Vizcaya, ha destacado que, en lo que hay cuestiones en las que van «más rápido que en otras», pero se ha mostrado convencido de que llegarán a un acuerdo «si hay voluntad» entre ambos partidos.
EH Bildu, a la espera
Es evidente que EH Bildu recela del acuerdo que están rubricando PNV y PSE. De hecho, el parlamentario Unai Urruzuno alertó a Urkullu de que un hipotético Gobierno entre ambas formaciones «puede ser de todo menos estable». Sin embargo, son conscientes de que sus opciones de entrar en el Ejecutivo son cada vez más escasas.
Nacionalistas y abertzales se han reunido hasta el momento en dos ocasiones, y está previsto que en los próximos días se organice una tercera cita. Las condiciones del PNV son exactamente las mismas que las que hizo llegar al grupo socialista, pero en este parece más difícil que logren acercar posturas.
La propuesta de EH Bildu tiene tres focos principales: soberanía, políticas sociales (recortes, sanidad…) y acuerdos de paz. Además, también quieren una persona de su confianza en el Senado.
«No nos cerramos a nada –señalan fuentes del partido–, ya sea un acuerdo de Gobierno o pactos puntuales».
A su vez, han remarcado que la legislatura que empieza «va a ser larga», por lo que la Cámara tendrá que mostrarse abierta al diálogo.