Culturas

Ana María Martínez Sagi, la pionera del feminismo que fue repudiada por su familia por amar a otra mujer

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Ana María Martínez Sagi, a finales de los años 40 – ARCHIVO DE JUAN MANUEL DE PRADA

La Colección Obra Fundamental de la Fundación Banco Santander recupera en una antología su producción poética y periodística de la mano del escritor Juan Manuel de Prada, quien más ha hecho por que esta gran mujer no sea olvidada

Inés Martín Rodrigo

@imartinrodrigo

Ana María Martínez Sagi (1907-2000), pionera del feminismo, reportera de guerra, periodista comprometida, deportista capaz de grandes gestas y poeta estremecedora, es uno de esos muchos fantasmas, la mayoría mujeres, que pueblan nuestra memoria. Es como si su existencia hubiera sido borrada, sepultada por el paso del tiempo. En esa amnesia cultural generalizada, Juan Manuel de Prada es de los pocos, por no decir el único, que se ha esforzado por recuperarla. Y, en sus innumerables intentos por rescatarla del olvido, ha editado y prologado «La voz sola», una antología de su producción poética y periodística publicada por la Colección Obra Fundamental de la Fundación Banco de Santander.

De Prada tuvo «noticia» de Martínez Sagi a través de un libro de entrevistas de César González-Ruano en el que la describía como «poeta, sindicalista y virgen del stádium». Durante mucho tiempo, el escritor intentó averiguar más cosas sobre aquella misteriosa mujer, pero no había forma. Cuando estaba a punto de darse por vencido, recurrió a una amiga que trabajaba en la Seguridad Social y, por fin, dio con ella.

«Le escribí. Durante mucho tiempo estuvo sin contestarme, hasta que me contestó: “¿Por qué quiere usted resucitar a una muerta?”». Martínez Sagi, que entonces tenía 90 años, vivía recluida en un pueblo de Barcelona, Moià, y entre ambos surgió una relación de estrecha confianza. De hecho, ella le entregó toda su obra inédita y le pidió que no la diera a conocer hasta que pasaran quince o veinte años. ¿El motivo? Muchos de sus versos, sobre todo los del poemario que da título a la presente antología, iban dedicados a la escritora Elisabeth Mulder, su amor prohibido y musa inspiradora, y temía la reacción del hijo de ésta. «Había renegado del mundo. Se enterró en vida. Nadie sabía que había sido una mujer célebre… nadie sabía nada».

Martínez Sagi conoció a Mulder en una de las muchas conferencias que, a principios de la década de los 30 dio por toda España para reivindicar el papel de la mujer en la sociedad. En 1931 estuvieron juntas de vacaciones en Mallorca y aunque aquello nunca pasó a mayores fue la causa de que rompiera con su familia. «Su madre hizo que quemara todas sus cartas y la única huella que quedó fue en su poesía. La dejó muy marcada». En esa época, además de entregarse al periodismo, fue campeona de España de lanzamiento de jabalina y plusmarquista y se convirtió en la primera mujer directiva de un equipo de fútbol, el Barcelona, del que su padre fue fundador y tesorero.

Exilio

Cuando estalló la Guerra Civil, se enroló en las columnas de milicias antifascistas y, ya desde el frente de Aragón, escribió crónicas «muy vibrantes y distintas, aunque parciales». En enero de 1939 inició un exilio de cuarenta años durante los cuales colaboró con la Resistencia francesa contra los nazis, decoró la casa de la mujer del Aga Khan tras conocerla en Cannes mientras trabajaba como pintora callejera, se retiró a un pueblo de la Provenza para el cultivo de flores aromáticas y, tras una breve estancia en Suecia, logró que la aceptaran en la Universidad de Illinois (EE.UU.), en la que estuvo dos décadas dando clases de francés y español. En todo ese tiempo, no paró de escribir.

Tras jubilarse, en 1977, decidió volver a España. «Venía con la ilusión de recuperar su protagonismo como escritora, pero se tropezó con un mundo hosco. Los ambientes culturales barceloneses no querían saber nada de una vieja exiliada». Por eso decidió retirarse a Moià, donde tuvo que escuchar «motes ignominiosos» debido a su carácter un tanto huraño. Allí vivió en el anonimato hasta que, en el año 2000, De Prada publicó «Las esquinas del aire: en busca de Ana María Martínez Sagi», que apareció justo el día que murió. Por eso esta antología «es una manera de hacerle justicia», aunque «queda obra inédita» que el escritor espera «vaya saliendo pronto».

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