El Parlamento Europeo ha tratado de escenificar unidad y contundencia ante el escenario de tensión con Rusia
“¡Por un tubo de gas, por un tubo de gas!”, clamaba un eurodiputado este martes en los aledaños del encuentro del -Parlamento en Estrasburgo. Se refería así, en conversación con -El Periódico de España’, medio que pertenece al mismo grupo editorial que este diario, a las reticencias de sus colegas del Partido Socialista alemán (SPD) a incluir -la posibilidad -de -cancelar el gasoducto que conecta Rusia con Alemania -en la declaración conjunta para pedir a Vladimir Putin que no ataque Ucrania. El Nord Stream 2. Un tubo de gas.
El Nord Stream 2, un proyecto para suministrar gas ruso a Alemania, ha estado en el epicentro de las divisiones europeas en este pulso geopolítico. -Berlín se ha negado -a incluirlo en el paquete de represalias contra Moscú. Tampoco quería Alemania -mandar armas a Ucrania. Toda esta renuencia provocó la ira de Kiev, y el enfado de Estados Unidos. -
Un enfado que el canciller alemán -Olaf Scholz -trató de calmar con un viaje relámpago a la Casa Blanca el pasado 8 de febrero. Allí, Joe Biden fue explícito. Si Rusia invade Ucrania, no habrá Nord Stream 2, dijo en rueda de prensa. Y ello a pesar de que es un proyecto alemán en el que Estados Unidos ni pincha, ni corta. “¿Y cómo lo va a parar si el proyecto está controlado por Alemania?”, preguntó una periodista. “Lo pararemos. Le prometo que lo haremos”. A su lado, el primer ministro alemán fue más comedido: “Estamos preparados para hacer lo que sea en términos de sanciones si hay una agresión militar rusa”, dijo, sin nombrar siquiera el nombre del gasoducto.
Escenificación en el Parlamento
Este miércoles, el Parlamento Europeo en Estrasburgo ha tratado de -escenificar unidad y contundencia -ante el escenario de tensión con Rusia. Al debate en el pleno sobre Ucrania ha acudido toda la plana mayor europea: la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, el del Consejo, Charles Michel- la del propio Parlamento, Roberta Metsola- y el Alto Representante para Asuntos Exteriores, el español Josep Borell.
Borrell ha tratado de dibujar como símbolo de la unidad el hecho de que, a las 27 cartas que mandó Moscú a cada uno de los países europeos para ver su postura sobre el tema, Europa respondió con solo una carta, con una postura unificada. Diplomacia epistolar. “A Lavrov (ministro de Exteriores ruso) el tiro le salió por la culata”, ha dicho en el pleno este miércoles el Alto Representante. “Se ha dicho que la UE estaba desaparecida en combate, que lideraba Estados Unidos. Son críticas injustas que voy a responder: Francia y Alemania han llevado a cabo iniciativas individuales, pero en el marco de la posición común”, ha añadido.
Se refería Borrell a los diversos viajes que, de forma independiente, han hecho el presidente francés, Enmanuel Macrón, y el alemán, Olaf Sholz. Macrón viajó a Moscú, donde fue recibido con frialdad por Vladimir Putin en la ya mítica mesa de varios metros de largo- la misma mesa en la que, unos días después, Sholz departió con el mandamás el ruso. -Viajes por separado -también a Kiev o a Washington. Conversaciones de horas, uno a uno. ¿Qué intereses defendieron? ¿Los de sus respectivos países? ¿Los de la UE?
“Aunque al principio hubo más desunión, creo que -la unidad se ha ido forjando en las últimas semanas, y que ha habido coordinación en la sombra”, opina en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA el eurodiputado holandés Thijs Reuten, del S&-D. “Putin es un autócrata impredecible y hay que dar una respuesta contundente. Y, por supuesto, explicar a los ciudadanos que cualquier sanción tendrá una represalia y un coste”, añade.
Esa bilateralidad diplomática se justifica también porque Alemania y Francia forman parte, junto con Rusia y Ucrania, del llamado -“Cuarteto de Normandía”, la mesa negociadora para resolver la guerra en el Dombás ucraniano. Un conflicto que ha acabado con cerca de 14.000 vidas y con la declaración de las dos autodenominadas repúblicas independientes de Donesk y Lugansk. El Cuarteto tiene vigentes dos acuerdos, conocidos como Misk y Misk 2, cuyo incumplimiento para Moscú justifica su bravata militar de las últimas semanas. Los más de 100.000 soldados amenazantes en la frontera entre Rusia y Ucrania, en Bielorrusia y en Crimea.
La estrategia rusa ha tenido un efecto colateral: la -coordinación renovada OTAN-UE. Nacho Sánchez Amor, portavoz de Exteriores de los socialistas españoles en el Parlamento Europeo, recuerda cómo la doctrina de la extinta Unión Soviética consideraba a Europa un mero “apéndice civil” de la OTAN. Ahora ya no, asegura en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA el eurodiputado. “La UE ha dejado atrás la adolescencia” y sigue creciendo hasta ser un actor que debe ser respetado, opina. Un renovado idilio entre la Alianza Atlántica y Europa que es otro de los errores estratégicos cometidos por Vladimir Putin. Nada une más que un adversario común.