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Erdogan, en su visita a Rusia: «La llamada de Putin significó mucho para mí psicológicamente»

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Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan – REUTERS
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Los presidentes de Rusia y Turquía han acordado trazar una hoja de ruta para normalizar las relaciones bilaterales tras el golpe de Estado fallido en el país otomano

Los presidentes de Rusia y Turquía, Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan, se reunieron ayer en San Petersburgo para sellar una alianza que les ayude a contrarrestar el enfriamiento que ambos sufren en sus relaciones con Occidente. Se trata del primer viaje al extranjero de Erdogan tras la intentona fallida de golpe de Estado del pasado 15 de julio, y dijo durante la rueda de prensa que Moscú y Ankara se proponen «crear un eje de amistad».

«Nuestras relaciones estaban al más alto nivel hasta antes de la tragedia del avión -de combate ruso Su-24-, pero después se fueron abajo y se degradaron», constató Putin al comienzo del encuentro con su colega turco. «Nuestra tarea ahora consiste en restablecer completamente esas relaciones», subrayó el jefe del Kremlin después en la rueda de prensa conjunta ofrecida en el fastuoso Palacio de Constantino.

El derribo por cazas turcos de un Su-24 ruso el 24 de noviembre de 2015 en la frontera con Siria provocó la mayor crisis habida en las relaciones entre ambos países de las últimas décadas. La consecuencia inmediata fue la adopción por parte de Moscú de un paquete de sanciones contra Ankara que hundió prácticamente el comercio bilateral. Afectó al turismo, a la importación de productos agroalimentarios desde Turquía, a las inversiones, a los proyectos de construcción de empresas turcas en territorio ruso y a importantes proyectos energéticos como el gaseoducto a través del mar Negro Turkish Stream y a la construcción de una planta nuclear con tecnología rusa en Akkuyu. Se reintrodujo además la necesidad de visado entre los dos países y se prohibió a las empresas rusas contratar trabajadores turcos.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró entonces que el derribo del avión «ha causado un daño demoledor a nuestras relaciones (…) será difícil superarlo porque se trata un incidente demasiado grave». Sin embargo, Erdogan habló ayer de la actual «solidaridad con los amigos rusos» y de la «creación de un eje de amistad» con Moscú para «estabilizar» la situación en Oriente Próximo y «favorecer la paz». «Debemos aprovechar el potencial que poseen nuestros países en aras de la estabilidad en la región», declaró el líder turco.

Putin prefirió referirse sobre todo de las medidas a adoptar a partir de ahora para recuperar el anterior nivel de intercambios con Ankara en todos los terrenos. Y admitió que llevará su tiempo. «Vamos a restablecer totalmente las relaciones y eliminar de nuevo la necesidad de visados, pero ha habido cambios en los últimos meses que tendrán que ser tenidos en cuenta», advirtió el primer mandatario ruso queriendo dar a entender que muchos productos y servicios de origen turco han sido suplidos por otros.

Lo que, según ambos presidentes, volverá pronto a ponerse en marcha son las obras para la construcción del gaseoducto Turkish Stream. Putin puntualizó que la fase destinada a suministrar combustible al mercado turco es la que será reanudada de forma inminente, pero no así la que tenía como objetivo aprovisionar a la Unión Europea «mientras Bruselas no proporcione las garantías necesarias».

Horizonte de uno o dos años

El ministro de Energía ruso, Alexánder Nóvak, dijo ayer en los pasillos de la cumbre que la primera fase del Turkish Stream estará construida en 2019. Por su parte, el titular de Economía, Alexéi Uliukáyev, calculó que el anterior nivel de intercambio comercial entre los dos países «tardará en reponerse entre uno y dos años».

Pero Putin y Erdogan subrayaron que lo importante es que haya «voluntad política» para superar las desavenencias y recuperar la amistad dañada. El presidente ruso manifestó que la decisión de su homólogo turco de viajar a Rusia «pese a la difícil situación política en su país (…) muestra su gran interés en restablecer la cooperación con Rusia».

Erdogan, por su parte, reiteró su agradecimiento a Putin por haberle apoyado con una llamada telefónica al día siguiente de que se iniciase la asonada en Turquía. «Aquella llamada me alegró a mí, a mis colegas y al pueblo turco», aseguró.

Tras el derribo del avión ruso, Putin llegó a acusar a Erdogan de «complicidad» con el Daesh y de comerciar junto con su familia con el petróleo obtenido por los yihadistas. Pero las cosas empezaron a enderezarse cuando, a finales de junio, el presidente turco pidió perdón a Moscú por lo sucedido con el cazabombardero Su-24 y con su piloto, asesinado a tiros por los rebeldes turcomanos cuando descendía en paracaídas.

El piloto turco que disparó se encuentra actualmente detenido bajo la acusación de participar en el intento de golpe de Estado. Moscú exigió desde noviembre que sean castigados los culpables y una indemnización que, según el ministro de Economía ruso, ayer no se abordó.

La espinosa cuestión de Siria estuvo ayer sobre la mesa, pero después de la rueda de prensa. Los dos presidentes advirtieron durante la comparecencia que no habían todavía tratado el asunto y que lo harían a última hora de la tarde en compañías de sus ministros de Exteriores y de sus asesores militares y de los servicios secretos.

Rusia sigue empeñada en mantener a flote a Bashar al Assad mientras que Turquía cree que debe abandonar el poder . «Todos saben que nuestras posturas no siempre han coincidido en el asunto sirio. Hemos acordado reunirnos después con nuestros ministros de Exteriores y representantes de los servicios de inteligencia. Intercambiaremos información y buscaremos soluciones», anunció Putin. Según su opinión, «lo importante es que tanto Rusia como Turquía tenemos el objetivo común de resolver el conflicto sirio».

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