El candidato republicano no ve «suficientes evidencias» para culpar a Rusia
El único candidato republicano de la historia reciente con simpatías hacia el tradicional enemigo ruso, Donald Trump, ha apuntalado aún más su confianza en Vladímir Putin. Y esta vez, en un asunto poco trivial. El magnate salió en defensa de Rusia y cuestionó la versión de los propios servicios de inteligencia estadounidenses, y del resto de Occidente, que mantienen, «con seguridad», que el misil que derribó el vuelo de Malaysia Airlines fue lanzado por fuerzas prorrusas, separatistas de Ucrania, respaldados por el Kremlin. Trump, para quien «no existen suficientes evidencias» de que fuera así, ha preferido creer la versión rusa, con este particular forma de expresarlo: «Fue un suceso terrible. Una desgracia. Pero Putin y Rusia dicen que no lo hicieron, y la otra parte dice que sí. Nadie sabe quién lo hizo. Probablemente, Putin sabe quién lo hizo. Posiblemente fue Rusia, pero ellos lo niegan rotundamente. Honestamente, nunca se sabrá con seguridad».
En julio de 2014, en plenas escaramuzas bélicas entre tropas ucranianas y fuerzas separatistas con ayuda militar de Moscú, fue derribado un MH17 con 298 personas a bordo. Murieron todas. Pronto se pudo comprobar que un misil había provocado la explosión y posterior caída del avión. La investigación definitiva, llevada a cabo por la inteligencia occidental, ha confirmado las sospechas iniciales: que el misil fue disparado por las fuerzas prorrusas.
Sin embargo, Trump eludió de nuevo ponerse en contra de las tesis rusas, como ha venido haciendo frente a las acusaciones vertidas contra Moscú tras los ciberataques a instituciones estadounidenses y al Comité Nacional Demócrata. Es la particular forma del millonario de arrojar simpatizar con Putin, que refuerza su imagen de hombre autoritario ante sus seguidores más fieles, frente a la «debilidad del país» que achaca al presidente Obama y a su rival, Hillary Clinton. Y su manera de sembrar dudas sobre los servicios de inteligencia de Estados Unidos, de cuyo mal trabajo culpa también a los dos líderes demócratas. Como hizo hace unos días al afirmar que las decisiones de la actual cúpula de generales en la guerra contra ISIS (Daesh) «a veces dan vergüenza», algo que a su entender es responsabilidad de Obama.
La simpatía mutua entre Trump y Putin ha dado pie a diversas teorías, ninguna de ellas probada, incluida la de que el presidente ruso estaría ayudando al magnate neoyorquino a ganar la elección presidencial.