No es más que «un mecanismo de reciclaje cuyo objetivo es limpiar», explica a ABC Ricardo Sánchez Prieto, director del Laboratorio de Oncología Molecular de la Universidad Castilla-La Mancha
Yoshinori Ohsumi (nacido en Fukuoka, en Japón, en 1945) fue galardonado ayer con el Premio Nobel de Medicina 2016 «por sus descubrimientos en la autofagia», un procedimiento para degradar y reciclar componentes celulares, según ha anunciado el Instituto Karolinska de Estocolmo.
Probablemente usted se pregunte qué es la autofagia y qué tan relevante es para que se le otorgue un Nobel a un científico por investigar este proceso. Al parecer, es más normal de lo que parece.
¿-Qué es la autofagia?
«La autofagia es un proceso normal y necesario» señala a ABC Ricardo Sánchez Prieto, director del Laboratorio de Oncología Molecular de la Universidad Castilla-La Mancha (UCLM). No es más, continúa, «que un mecanismo de reciclaje cuyo objetivo es limpiar y que ocurre de forma natural».
Este experto se muestra muy «esperanzado» de que la concesión del Premio Nobel impulse este campo de investigación y espera que la situación de la autofagia actual sea similar a que experimentó otro proceso importante en la biología y en el cáncer como la apoptosis o muerte celular.
Es, señala por su parte Antonio Zorzano, investigador del Instituto de Investigación Biomédica (IRB) de Barcelona, un sistema que está presente en todas las células de todos los organismos y que está continuamente funcionando. Zorzano, cuyo grupo se afana por entender los mecanismos relacionados con la aparición de las enfermedades metabólicas, como la obesidad o la diabetes, explica que la autofagia, «es un proceso muy bien regulado que es de suma utilidad para la célula», ya que, si no funciona correctamente se puede relacionar enfermedades como cáncer, la diabetes o las enfermedades neurodegenerativas.
¿-Qué papel tiene la autofagia en el cáncer?
El grupo de Sánchez Prieto, director del Laboratorio de Oncología Molecular, Unidad de Medicina Molecular del Centro Regional de Investigaciones Biomédicas, de la Universidad de Castilla-La Mancha, lleva años trabajando en el papel de la autofagia en el cáncer, «un campo en el que probablemente más se ha investigado este proceso celular», señala. Así señala que en oncología la autofagia desempeña un papel dual: «en las fases iniciales de un tumor desempeña un papel antitumoral», explica, ya que al limpiar y reciclar las células corrige las defectuosas, como las cancerosas.
Sin embargo, subraya, en las fases más avanzadas de un cáncer «facilita» que el cáncer se propague al permitir que las células tumorales «sobrevivan en ambientes hostiles». Por eso, afirma de Sánchez Prieto, las aproximaciones terapéuticas en el cáncer tiene que contemplar esta dualidad.
En este sentido se pronuncia también el profesor Zorzano, del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona que considera que los avances en el conocimiento de la autofagia, de los genes implicados, etc. va a potenciar en un futuro la aparición de líneas terapéuticas para muchas enfermedades.
Zorzano añade que es vital para explicar la aparición de enfermedades metabólicas, como la obesidad o la diabetes tipo 2. La investigadora Boya completa que la autofagia es un punto de partida para avanzar en el estudio del párkinson, el alzhéimer, la demencia y el proceso de envejecimiento.
¿-Cómo actúa?
Como una especie de brigada de limpieza celular, es decir «no destruye la célula, destruye o elimina la basura y porquería acumulada en las células». «Las neuronas y las células que no se pueden dividir necesitan de la autofagia para eliminar la basura», dice Boya. En el caso de infecciones, elimina las bacterias y los virus invasores.
¿-Cuál es su respuesta a la inanición o el estrés?
«La autofagia genera una importante respuesta al estrés nutricional. Cuando las células no tienen comida activan este proceso (se comen a sí mismas, se autodigieren) y gracias a él obtienen nutrientes, materiales y energía para mantener la viabilidad celular», detalla Boya.