La Coruña y Lugo reforman sus antiguos penales para darle nuevos usos siguiendo la experiencia de otras ciudades gallegas
En su día fueron edificios históricos, con gran relevancia arquitectónica y situados en los lugares más céntricos de las ciudades. La construcción de nuevas cárceles a las afueras de las urbes gallegas acabó dejando en el olvido las viejas prisiones que muchos concellos albergaban desde el siglo XIX en zonas privilegiadas. Con su caída en desuso, en lugar de derribarlas, algunos ayuntamientos gallegos optaron por aprovechar sus estructuras y destinarlas a nuevos usos sociales o culturales. El ejemplo más reciente el de Lugo o La Coruña, que este mismo año planean darle una nueva vida a sus antiguas prisiones.
«Entendíamos que lo que en su día fue un espacio de represión tenía que pasar a ser patrimonio de la ciudad, convirtiéndose en un lugar en el que primasen los usos sociales, culturales y artísticos», explica Alberto Fortes, portavoz de Proxecto Cárcere. Los miembros de este colectivo iniciaron a principios de 2010 una campaña para evitar que el antiguo penal provincial coruñés, situado a los pies de la Torre de Hércules, no cayera en desuso tras dejar de albergar presos en el año 1998. El emblemático edificio pasó más de una década en olvido prolongando su deterioro hasta que hace unos meses el Ministerio del Interior pactó la cesión del inmueble al Ayuntamiento de La Coruña por dos años. Ahora, el Consistorio coruñés prepara la rehabilitación del edificio para dotarlo de nuevos usos siguiendo las directrices y el trabajo realizado durante años por los miembros de Proxecto Cárcere.
Esta misma primavera las viejas cárceles de Lugo y La Coruña esperan acoger actividades culturales
«La idea es que esta misma primavera empiecen a desarrollarse actividades sociales, culturales y vinculadas a la recuperación de la memoria histórica en un lugar que fue testigo de una de las etapas más terribles de nuestra historia», explica Fortes, al tiempo que aclara que para que se pongan en marcha estas actividades habrá que esperar unos meses a que se acometa la remodelación de la cubierta de la prisión y la restauración de los accesos principales. Pese a ello, desde Proxecto Cárcere no ocultan que algunos de los usos más ambiciosos que proponen para el inmueble no podrán hacerse realidad hasta dentro de varios años debido al deterioro del edificio. «Hablamos de usos a 20 o 30 años vista, como la creación de espacios de teatro o exposiciones artísticas», apunta Alberto Fortes.
Más avanzado está el proyecto en la vieja cárcel del partido judicial de Lugo, que está previsto que este mes de abril abra sus puertas convertido ya en un centro cultural de referencia a pocos metros de la Muralla romana y del casco histórico de la ciudad. Tras más de seis años de trabajo para preparar su remodelación, el gobierno local ya avanzó que la primera actividad cultural que albergará el edificio sea un guiño a su pasado como prisión a través de una exposición sobre los presos que pasaron por el penal. Una muestra en la que llevan trabajando más de dos años miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Reformas exitosas
Los proyectos de Lugo y La Coruña intentarán seguir el ejemplo de otras reformas exitosas acometidas durante las últimas décadas en algunos concellos gallegos. Es el caso del Ayuntamiento Carballo, que hace quince años convertía la antigua cárcel del partido judicial en el Museo de Bergantiños, una reforma que corrió a cargo del prestigioso arquitecto, Premio Nacional de arquitectura, Manuel Gallego Jorreto. «Es uno de los pocos edificios históricos que aún se conservan en el casco urbano. Es una construcción noble, de cantería, y el proyecto que se llevó a cabo dejó intacto el exterior del edificio», explica Alfredo Garrote, arquitecto municipal de Carballo. Para Garrote es «fundamental» que otros municipios tomen ejemplo del proyecto acometido en su concello para dotar de usos las viejas prisiones. En su opinión, la estructura de este tipo de edificios «con amplias galerías y numerosos espacios» los convierten en espacios «polifuncionales» en los que es posible albergar todo tipo de actividades.
Desde hace quince años las antiguas prisiones de Vigo y Carballo pasaron a albergar sendos museos
Quince años pasaron también desde que el edificio del siglo XIX que acogía la antigua cárcel de Vigo se convirtiese en el vanguardista Museo de Arte Contemporánea de la ciudad olívica. Fue un grupo de arquitectos vigueses los que decidieron en 1990 aprovechar la estructura panóptica del inmueble —que permitía observar todas las celdas desde un mismo punto sin que los presos supieran que estaban siendo vigilados— para construir las distintas salas que hoy en día albergan todo tipo de actividades y exposiciones temáticas.
La otra cara de la moneda es la de otros antiguos penales gallegos que continúan aumentando su deterioro día a día sin nuevos usos a la vista. Es el caso de la antigua cárcel de Orense, un edificio del siglo XIX que, pese a ubicarse en pleno centro de la ciudad, continúa desde hace años sin ningún proyecto encima de la mesa para su rehabilitación.