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Nahuel P. Biscayart: «Pensar que el otro es el mal es una idea muy cobarde» | Público

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“Hay miles de historias de gente que sobrevivió gracias al ingenio y a la astucia». El cineasta ruso Vadim Perelman se refiere a los prisioneros en los campos de concentración nazis, siniestras antecámaras de la muerte de las que surgió la idea de su nueva película, ‘El profesor de persa’. La invención, una forma de ficción, y la memoria se revelan aquí como valiosísimas necesidades vitales.

«Hay miles de historias de gente que sobrevivió gracias al ingenio y a la astucia». El cineasta ruso Vadim Perelman se refiere a los prisioneros en los campos de concentración nazis, siniestras antecámaras de la muerte de las que surgió la idea de su nueva película, El profesor de persa. La invención, una forma de ficción, y la memoria se revelan aquí como valiosísimas necesidades vitales.

Gran Premio del Público en el Festival de Sevilla y Mejor Montaje en la Seminci de Valladolid, la película está inspirada en un relato de Wolfgang Kohlhaase, Invención de un lenguaje, y narra la aventura de Gilles, un judío arrestado por las SS en Francia en 1942 que se libró de ser ejecutado al inventarse que era persa. Un oficial del campo quiere aprender farsi para irse al final de la guerra a Teherán, donde vive su hermano.

Todo el miedo, la astucia y el dolor del personaje se reflejan en las miradas y los gestos del actor argentino Nahuel Pérez Biscayart, espléndido en este trabajo, donde comparte protagonismo con el alemán Lars Eidinger, que consigue humanizar al detestable soldado alemán que interpreta. Finalmente, son dos hombres en un relato de muerte que comienza con la llegada al campo de un grupo de prisioneros. El intercambio de un libro por comida sella el destino de Gilles. El actor habla en esta entrevista de la película y sus significados.

Usted habla castellano, alemán, italiano y francés… y ahora un idioma inventado…

Es un acto bonito aprender otro idioma, es un acto humanista querer ir al encuentro del otro, hacer un esfuerzo por no quedarse en lo que ‘es’ supuestamente la identidad de uno. La identidad es una construcción, entenderla como un verbo, no como un sustantivo.

¿Cuándo habla castellano y cuando habla francés, usted cambia?

No me cambia la personalidad, pero hay cosas que cambian, claro. Hay maneras de mirar, maneras de estar, maneras de reaccionar… Algo se libera cuando interpretas en otros idiomas, hay teclas que no tocas con el idioma materno. Yo no soy bilingüe de nacimiento, solo crecí con un idioma en mi cabeza, cada otro idioma me hace dar un salto a un terreno desconocido.

Henrique Mariño contaba en ‘Público’ el otro día cómo una presa republicana se salvó de ser ejecutada al fingir que estaba embarazada…

…conozco un caso de un australiana condenada a muerte, creo que en Singapur, que hacía todo lo posible para estar todo el rato embarazada.

¿La invención, la imaginación, la ficción es necesaria no solo para sobrevivir, sino para vivir?

Sí y ese es el punto. No es algo para sobrevivir, o algo accesorio, o algo de más. Creo que en este tiempo nos damos cuenta de que la cultura, el arte, la ficción es lo que nos conecta, lo que nos insta a proyectarnos hacia los demás, a poder construir con el otro y no contra el otro. Si no nos damos cuenta en este contexto… toda la necesidad de literatura, de cultura, de cine… vivimos un momento en que el único salvavidas que tenemos es ese. Por supuesto estoy hablando desde el punto de vista del privilegio de fortuna europea, hay necesidades de comida, de casa… Pero, en todo caso, pensar que la cultura es algo no esencial me parece de una brutalidad abrumadora. Lo poquito de humanidad que hemos sabido construir ha sido gracias a la cultura.

¿Eso es el eje de ‘El profesor de persa’?

Sí, toca eso. La poesía, el arte, la ficción, el amor, son los lenguajes que pueden ser universales y pueden hacernos contactar.

Pero la película revela también la parte más oscura del ser humano ¿no?

Por supuesto. En nadie hay ausencia de culpa, ni siquiera en Gilles. En la película hay un suave humor, cierto cinismo, y vemos a Koch como un idiota o un iluso, y disfrutamos de que el personaje odiado pueda ser embaucado por este pobre hombre.

Los nazis de esta historia tienen celos de adolescentes, se hacen unos a otros jugadas como de colegio…

Es que no hay que olvidarse de que el mal no existe como entidad pura y completa y total, las atrocidades son cometidas por gente como uno mismo. La diferencia es que en algunos se desarrolla y expande, pero nadie ha tenido un profesorado de la maldad. Y esto es muy de actualidad, se ve con los movimientos de hoy de ‘white supremacy’ y todas estas mierdas, ¿hasta qué punto hay en ellos una ideología desarrollada y profunda?

Justo ahí entra en juego la importancia de la memoria. Su personaje depende de ella para sobrevivir y, además, es su memoria lo que recupera el recuerdo de los asesinados.

La memoria es fundamental para no repetir los errores del pasado, las atrocidades. Por eso estoy orgulloso del proceso de justicia que se ha seguido en Argentina, enjuiciar a los militares, genocidas, torturadores, secuestradores de bebés… Eso da mucha esperanza. Hay que intentar reparar, aunque en verdad ese daño es irreparable, pero al menos poner un nombre y un lugar. Que no se olvide. En España uno escucha a gente que celebra el nacimiento de Franco o en Brasil… Semejantes barbaridades en Argentina hoy se sabe que, por lo menos, no se pueden decir. Pasa un poco como con el nazismo, no se pueden propagar ideas de odio, de muerte hacia los otros por su origen, su etnia… En la película es interesante la memoria porque hace un juego simbólico entre la memoria real de los nombres y la memoria en términos históricos. Es una necesidad vital. Empieza siendo una necesidad vital y termina teniendo una importancia histórica.

Una película como ésta ¿sirve de advertencia para no repetir errores?

Siempre que haya historias que nos permitan proyectarnos o entender o empatizar… siempre son bienvenidas. La cultura es el lugar de ir hacia el otro, no como enemigo. La diferencia puede ser muy disfrutable. Es muy fácil creer en la idea de que el peligro es el otro, es también una idea muy cobarde eso de que el otro es el mal.

¿A usted le da miedo el auge de los nuevos fascismos?

Sí, a mí me da miedo, pero si a mí me da miedo, que soy un chico argentino con pasaporte europeo y blanco, imagínate a una minoría más castigada, más estigmatizada y más violentada. No tenemos ni siquiera la capacidad de ponernos en ese terror. Claro que me da miedo, pero no me paraliza. Intento que ese miedo se convierta en más curiosidad. Hay que pensarse a uno mismo también, hay que deconstruir todo ese discurso de odio de mierda que vive dentro de cada uno de nosotros. Porque uno es un síntoma y parte de ello, y está bueno pensar y repensar en uno, sobre todo si tienes tiempo, es una especie de responsabilidad histórica.

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