El exministro de Economía ve subir sus opciones por el «escándalo Fillon»
A sus 39 años, Emmanuel Macron, sin partido, sin programa conocido, sin experiencia política, con una experiencia ministerial que se cuenta en meses, veinticuatro años más joven que su esposa, exbanquero de negocios, coquetea con la idea de ser el próximo presidente de Francia.
Los sondeos atizan su ambición. Hundido François Fillon, candidato conservador, Macron se cotiza como posible rival de Marine Le Pen en la segunda vuelta presidencial, el próximo 7 de mayo. A 77 días de la primera vuelta, el 23 de abril próximo, Macron ha conseguido instalarse en el podio de los posibles ganadores, sin presentar, todavía, un programa electoral concreto, que sus consejeros (llegados de la izquierda y la derecha reformistas) «ultiman a marchas forzadas».
A la espera del programa concreto, Macron multiplica sus intervenciones públicas, con mucho aparato audiovisual, avanzando ideas reformistas muy generales, a matizar, próximamente. La catastrófica herencia de François Hollande y la elección de Benoît Hamon como candidato del PS le permite a Macron beneficiarse del voto reformista de izquierdas, que encarnaba, hasta ayer, Manuel Valls, candidato derrotado en la primaria socialista.
El hundimiento de François Fillon, candidato conservador, víctima de un lamentable escándalo, abre un abismo de incertidumbres. Y Macron pudiera beneficiarse del voto reformista conservador, si Los Republicanos, el partido de centro-derecha, no consiguen encontrar un sustituto creíble para un Fillon caído de hinojos en el calvario de su escándalo familiar.
Acentos americanos
Jean d’Ormesson, patriarca de la cultura francesa de nuestro tiempo, ha definido a Macron con esta frase: «El suyo es un socialismo con acentos libertarios americanos». En boca de una personalidad liberal conservadora, sin tacha, se trata de un «elogio» irónico, que también describe en «puzzle» electoral que aspira a construir el ex ministro de Hollande.
Macron cuenta con el apoyo de varios ministros y diputados socialista- y espera contar con el apoyo de centristas «liberales». Su antigua condición de banquero de negocios, ejecutivo en la Banca Rothschild, le confiere una credibilidad cierta. Su matrimonio con su antigua profesora y su relación personal con un filósofo católico (Paul Ricoeur), aportan a su personalidad una novedad imprevisible.