Este pueblo nórdico escogió a los animales que portaban un gen que les hacía capaces de hacer el «tölt», un tipo de paso que resulta cómodo para el jinete sobre todo a largas distancias
Junto a los perros, los caballos han sido desde tiempos inmemoriales compañeros inseparables del ser humano. A lomos de los caballos los hombres han hecho la guerra, han cazado, han trabajado y han acortado distancias.
Cuando el hombre vive junto a un ser vivo durante un tiempo prolongado, acaba seleccionando rasgos que le resultan más interesantes. Por ejemplo, con el paso de los años, el hombre escogió espigas de trigo cada vez más jugosas o perros más dóciles. Ahora, gracias a un estudio presentado este lunes en «Current Biology», los investigadores han situado el origen de un rasgo de los caballos seleccionado por el hombre. En concreto, los científicos han concluido que, durante la Edad Media, los nórdicos de las actuales Islandia y Gran Bretaña no solo contribuyeron a crear una variedad de caballo, el poni islandés, sino que seleccionaron a los caballos capaces de seguir un paso conocido como «tölt», y que se caracteriza por su suavidad y comodidad para el jinete.
«Detectamos el origen de los caballos «ambling» (capaces de hacer el «tölt») en la Inglaterra medieval», ha explicado Arne Ludwig, investigadora del Instituto Leibniz de Zoología y Vida Salvaje. «Los vikingos cogieron esos caballos y los llevaron a Islandia para criarlos. Más tarde, esos caballos fueron distribuidos desde Inglaterra e Islandia a todo el mundo», ha añadido.
En anteriores investigaciones se descubrió que ese modo de caminar es una capacidad que se hereda, gracias a un gen que controla la formación de algunos circuitos neurológicos y que a su vez influyen en el modo de mover los miembros.
En esta ocasión, los científicos siguieron el rastro de ese gen para localizar su origen. Según han concluido, este rasgo hizo su aparición en la Inglaterra medieval en torno al 850 después de Cristo, un siglo y medio después de que los árabes conquistaran la Península Ibérica.
«El «tölt» es un «aire» (una forma de moverse) en el que el caballo empuja a la vez con el pie y la mano de cada lado», ha explicado a ABC Sabina Wehr, profesora de equitación del Club Nueva Cartuja. «Depende de cada caballo y de cada jinete, pero en general es un paso muy cómodo para estar sentado».
Así, junto a los otros movimientos del caballo, el paso, el trote y el galope, en los que el jinete tiene que compensar más el movimiento del animal, el «tölt» le permite al jinete acomodarse y no tener que hacer tanto esfuerzo.
La historia del caballo
Para buscar el origen de esta forma de caminar, los científicos bucearon en la historia genética de los caballos. Después de analizar los restos de ADN dejados por 90 caballos que vivieron desde el 3.500 antes de Cristo hasta la Edad Media, los investigadores rastrearon la presencia del gen que está detrás del «tölt».
Después de hacer esto, el equipo de Ludwig detectó la presencia de este gen en dos caballos ingleses que vivieron entre el 850 y el 900, y en otros 13 individuos que vivieron en Islandia entre los siglos IX y XI. Por otro lado, este rasgo no estaba presente en ningunos de los otros restos de la Europa continental.
Por ello, esta investigación sugiere que los nórdicos de Dinamarca y el sur de Suecia llevaron los caballos desde las Islas Británicas hasta Islandia, dese donde fueron distribuidos después.
«Teniendo en cuenta la alta frecuencia de esta variante del gen (la que permite adoptar esa forma de caminar) en los primeros caballos islandeses, creemos que los colonos nórdicos lo seleccionaron por su comodidad en cuanto llegaron».
Esto tiene una implicación. Si los vikingos llegaron en torno al siglo VIII a las islas británicas y después escogieron a los caballos que tenían este rasgo, ¿-cómo es que este gen ahora está distribuido ampliamente por todo el mundo? La respuesta es que la selección que influye en la domesticación «puede pasar muy rápido», tal como ha explicado Ludwig.
Los investigadores tratarán ahora de averiguar si esta influencia pasada sigue afectando a los animales domesticados de hoy en día, y cómo las preferencias humanas cambiaron con el tiempo e influyeron a los caballos. Sea como sea, parece claro que el tiempo que compartieron hombres y caballos acabó transformando tanto a unos como a otros.