Trump avisa de un «caballo de Troya» terrorista en el país y Clinton aplaude la acogida
Si la inmigración ya había acaparado gran parte de la campaña presidencial, la polémica se dispara esta semana con la llegada progresiva de 8.000 refugiados sirios a Estados Unidos, que la Administración Obama se ha comprometido a acoger hasta completar un cupo de 10.000. Es la cuota estadounidense dentro del esfuerzo que lleva a cabo Occidente para sofocar la crisis humanitaria, resultado de cinco años de una guerra siria que parece no tener fin. Alimentada por los últimos golpes del terrorismo yihadista, la polémica ha crecido en EE.UU., donde la mayoría de estados se opone a acoger a refugiados. El candidato republicano, Donald Trump, rechaza la medida por abrir la puerta a «un caballo de Troya» terrorista en el país. Su rival, Hillary Clinton, aplaude y anima a seguir acogiendo a más refugiados.
Cientos de sirios partirán mañana desde Jordania, en el arranque de la mayor operación de traslado a EE.UU. de víctimas de la contienda civil. La embajadora norteamericana en el país árabe, Alice Wells, precisó ayer que el programa de asentamiento de sirios en este país ya está en marcha, después de un proceso que ha incluido reuniones con familias de California y Virginia, los primeros estados que albergarán en su territorio a esta gran remesa. Antes de que termine septiembre, los 8.000 pendientes deberán haber llegado al país. Hasta ahora, EE.UU. ha acogido a casi 2.000 refugiados sirios. El acuerdo para un salto cuantitativo se produjo a principios de este año, tras el agravamiento de la crisis humanitaria y la presión de Naciones Unidas.
Trump, que ganó las primarias republicanas con su promesa de deportar a todos los ilegales y construir un muro con México, ha hecho del rechazo a la entrada de musulmanes otra de sus máximas. El fondo es el mismo: el daño que su presencia causaría a los estadounidenses. Pero la variable es distinta. El magnate conecta el no radical a los hispanos sin papeles con la pérdida de empleo y bienestar del estadounidense medio. El rechazo a los musulmanes le sitúa en posición de aparente fortaleza en la guerra al terrorismo yihadista de Daesh, que contrapone a la «débil respuesta» de Obama, y, en su caso, Hillary Clinton, frente a una amenaza latente.
Trump proclamó su propuesta de cerrar la frontera a los musulmanes tras el ataque terrorista de San Bernardino (California), donde el pasado diciembre un matrimonio de inspiración yihadista asesinó a quemarropa a 14 personas. Su tesis es que la entrada de musulmanes eleva la amenaza terrorista, y más si no existe control sobre su origen y conexiones. La embajadora Wells aclaró ayer que los refugiados «han sido aceptados como viajeros a EE.UU. precisamente por haber sido sometidos previamente a un escrutinio estricto».