Antonio Guterres encabeza la lista de favoritos para nuevo secretario general de la ONU, pero cualquier cambio es posible en un proceso opaco y dominado por las grandes potencias
El equilibrio imposible en el que vive la ONU vuelve a mostrarse en toda su plenitud en la sucesión de Ban Ki-moon. El mismo Consejo de Seguridad que ha sido incapaz de parar una guerra atroz contra la población civil en Siria en varias reuniones de esta semana durante la Asamblea General, está en la recta final de encontrar un nuevo secretario general de la ONU que acomode todos los gustos.
La delantera por el momento la lleva Antonio Guterres, el que fuera primer ministro de Portugal entre 1995 y 2002. Eso, al menos, en el proceso de selección de puertas afuera que ha inaugurado en esta ocasión la ONU para la sucesión de su máxima autoridad, que abandona el cargo el 31 de diciembre. La idea era hacer un proceso más transparente, frente al secretismo tradicional de la organización.
Se organizaron debates públicos entre candidatos y el Consejo de Seguridad, el órgano que decide en la sucesión, ha celebrado una serie de encuestas -denominadas «straw polls»– para medir el apoyo que tiene cada aspirante y filtrar su número. En primavera, al principio del proceso, eran una docena de candidatos. Ahora quedan menos de diez, y solo cinco o seis parecen tener opciones reales. Guterres ha dominado por el momento esos «straw polls», en los que los 15 miembros del Consejo de Seguridad deciden «alentar», «desalentar» o dejan «sin opinión» al candidato. El portugués obtuvo 12 opiniones favorables en la cuarta de estas encuestas, celebrada el 9 de septiembre, y ganó también en las otras tres que se llevaron a cabo durante el verano.
Todo está por decidir y la transparencia que se pretendía se nubla en negociaciones secretas
La ventaja aparente de Guterres puede que no signifique nada. Puertas adentro, en la guerra de guerrillas que se vive para la sucesión de la cabeza visible de la ONU todo está por decidir y la transparencia que se pretendía se nubla en negociaciones secretas. Tradicionalmente, el puesto de secretario general rota entre las distintas regiones del mundo. Según esa ley no escrita, el turno sería de Europa del Este. Por esa razón la lista de candidatos está copada por aspirantes de países del antiguo Pacto de Varsovia o de ex repúblicas soviéticas: Miroslav Lajcak, ministro de Exteriores de Eslovaquia y segundo en el último «straw poll»- Irina Bokova, la búlgara que dirige la Unesco y que va en quinta plaza- Vuk Jeremic, ex ministro de Exteriores de Serbia- su homólogo de Macedonia, Srgjan Kerim, o la moldava Natalia Gherman son algunos ejemplos.
La decisión en última instancia está en los cinco países con derecho a veto del Consejo de Seguridad: EE.UU., Rusia, China, Reino Unido y Francia. No parece que Guterres, un mandatario de un país de la OTAN que después ha sido el Alto Comisionado para Refugiados de la ONU, sea un candidato para que Rusia permita que se rompa el turno geográfico.
Favorita de Rusia
Si no es Guterres, ¿-entonces quién? Muchas voces han exigido que el cargo de secretario general recaiga por primera vez en una mujer en los más de siete décadas de la ONU. Irina Bokova siempre ha sido vista como la opción preferida de Rusia y eso es precisamente lo que podría acabar con sus posibilidades: los países occidentales, sobre todo EE.UU., no le darían ese gusto a Vladimir Putin.
Favorita de EE.UU.
La otra candidata con posibilidades era Susana Malcorra, la ministra de Exteriores de Argentina. Tiene una trayectoria ideal dentro de la ONU, después de haber sido jefa de Gabinete de Ban Ki-moon y es la preferida de EE.UU. Por la misma, razón que Bokova, eso le ha colocado con pocas posibilidades.
El lunes se celebrará un nuevo «straw poll» que definirá más la temperatura de las preferencias por los candidatos. «Después empezará el juego duro», decía este viernes el ministro de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, que deslizó que algún otro candidato «se puede añadir a la carrera». Un nombre que siempre está en los círculos diplomáticos es el de otra mujer búlgara: Kristalina Georgieva, vicepresidenta de la Comisión Europea. Si los apoyos a Guterres, Bokova o el resto de candidatos no son suficientes, podría emerger y satisfacer varios apetitos: es mujer, es de Europa del Este y tiene el apoyo de las potencias occidentales. Solo las moquetas de la sede neoyorquina de la ONU saben si será una opción real.