Los venezolanos se han convertido en la segunda nacionalidad más numerosa en pedir asilo en España
Cae la tarde en Madrid, septiembre&hellip- Un portal del barrio de Lavapiés se convierte en centro de peregrinaje de refugiados de Venezuela. Algunos, como Ada -nombre ficticio- y sus dos hijos, llevan solo tres meses en la capital. El pequeño es autista. Se agarra con fuerza al padre, que hace 20 días logró reunirse con ellos.
Acaban de sumarse a los más de 1.200 compatriotas que pidieron asilo en España en el primer semestre de 2016. Se han convertido en la segunda nacionalidad más numerosas en solicitarlo en nuestro país, por detrás de los ucranianos y adelantando a los sirios.
Dando un perfil a la cámara, la mujer toma la palabra. Quiere contar su historia pero teme que alguien la identifique y tome represalias con los familiares que han dejado allí. «Nosotros hemos sufrido muchos ataques y persecuciones, y temo por ellos», cuenta. Su marido era la mano derecha del ex gobernador de un partido de la oposición en un estado del sur, desplazado del poder tras perder las elecciones de 2012. Entonces comenzó el acoso, cada vez más intenso, hasta que decidieron abandonar el país. EEUU era su primera opción -las tres mayores comunidades de refugiados venezolanos están en EEUU (Miami), Colombia y España-. No pudo ser.
«Allí tengo familiares que se han marchado antes y hubiese sido más fácil. La gente suele irse a EEUU por la cercanía, pero la embajada ha empezado a poner restricciones y no me daban cita hasta dentro de un año y medio. Así que elegí España. Por el idioma, porque creo que Europa funciona bien&hellip-. Quiero dar un futuro a mis hijos», cuenta. Ahora viven los cuatro en una pequeña habitación prestada. Ya tienen cita para presentar la solicitud de asilo. La prioridad es escolarizar a los niños. Escuche su testimonio en el vídeo.
Las denuncias sobre la situación política en Venezuela se han convertido en una constante en España en los últimos meses. Pero no es lo único que está empujando a los venezolanos a abandonar su país. Así lo denuncia Luis Eduardo Manresa, secretario general de Acción Democrática en España. «Entendemos que de repente Venezuela está en el tapete porque la utilizan por motivos políticos. Agradecemos mucho el apoyo, pero queremos que entiendan este problema como lo que es: un problema humanitario. El venezolano no tiene cultura migratoria, sale por desesperación, porque se muere de hambre, no hay medicinas, no consigue lo elemental. Y si esto no se arregla rápido, va a ser peor».
Él lleva ya cinco años en España. «Sólo los que estamos en Madrid ahora, alrededor de 35.000, somos ya el doble de lo que años atrás era la comunidad venezolana en todo el mundo, y no estaban como inmigrantes si no contratados por petroleras, multinacionales, etc. Sólo en los últimos meses han entrado por Barajas más de 4.000 venezolanos. No queremos que España nos vea como un problema, queremos que entiendan que cuando un padre decide separarse de su hijo y mandarle aquí es porque es la única manera de garantizarle la vida», cuenta.
Uno tras otro van tomando la palabra en un pequeño cuarto del piso de Lavapiés. [Vea el vídeo]. Los niños, hay varios, observan atentos. Todo es nuevo para ellos. «Es que allí no hay alimentos, lo poco que se consigue es tras pasar 12 horas en una cola, amanecer allí, bajo el sol, a la interperie, para llevarte solo un producto. Y muchas veces cuando te toca, ya no hay nada. Además, la inflación está altísima, comprar tres productos ya supone la mitad del sueldo mínimo», cuenta Ada.
Y añade: «Es un país que no tiene un problema, tiene muchos y todos graves: los hospitales están sin luz, agua y medicamentos, la delincuencia es brutal, te pueden matar por cualquier cosa, proliferan las enfermedades…».
«Tenéis que entender que nosotros vivimos en una guerra permanente. A las 4 de la tarde ya no puedes salir a la calle, hay un toque de queda no declarado, te matan por unos zapatos, por un cigarro&hellip- En Venezuela, la vida vale menos que nada. ¿-Que está esperando la comunidad internacional para entender que estamos viviendo una guerra no declarada? ¿-Sabes cuántas familias lloran a seres queridos asesinados?» , añade Luis.
Hablan con pena. Pese a todo, sueñan con volver.