Un estudio llevado a cabo por investigadores españoles muestra que los varones que sufren un ictus hemorrágico tienen una edad promedio 6 años más joven que las mujeres
El ictus o accidente cerebrovascular se corresponde a día de hoy con una de las primeras causas de mortalidad y discapacidad en todo el planeta. Un tipo de episodio entre el que cabe destacar el ictus hemorrágico, esto es, la hemorragia originada por la rotura de un vaso sanguíneo cerebral –otrora conocido como &lsquo-derrame cerebral&rsquo-–. Y es que si bien solo representa en torno a un 15% de todos los ictus –el 85% son ictus isquémicos, causados por una disminución u obstrucción del flujo sanguíneo en el cerebro y anteriormente denominados &lsquo-infartos cerebrales&rsquo-–, presenta una mayor mortalidad. No en vano, en torno a la mitad de los pacientes que sufren un ictus hemorrágico fallece a consecuencia del mismo. De ahí la importancia, vital, de mejorar los conocimientos sobre este tipo de accidente cerebrovascular. Y en este contexto, un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona han identificado diferencias entre los pacientes en función de que sean mujeres o varones.
Como explica Jaume Roquer, director de esta investigación publicada en la revista «Neurology», «las diferencias entre hombres y mujeres son importantes a la hora de considerar el riesgo de las enfermedades cardiovasculares. La hemorragia intracerebral es el tipo de ictus más grave y es más frecuente en hombres que en mujeres. Provoca la defunción del 50% de las personas afectadas a los tres meses del episodio y, únicamente el 20-25% de los pacientes sobrevive manteniendo una buena capacidad funcional».
Cuestión de género
Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 515 pacientes –245 mujeres y 270 varones– con ictus hemorrágico tratados en el Hospital del Mar de Barcelona entre mayo de 2005 y abril de 2015, constituyéndose así en una de las bases de datos más grandes del mundo en el estudio de este tipo de accidente cerebrovascular.
Los resultados mostraron la existencia de notables diferencias de género en el caso de la edad de los pacientes, de la localización del ictus, de las causas y factores de riesgo del episodio, de su gravedad de los episodios y de la discapacidad consecuente.
Concretamente, la edad promedio de los pacientes fue más elevada, hasta 6 años más, en el caso de las mujeres –81 años, frente a 75 en los varones–. Y mientras en los varones resulta mucho más frecuente una localización más profunda del hematoma cerebral, en las mujeres suele ser más común en la zona lobular del cerebro, mucho más superficial.
Las diferencias de género son importantes a la hora de considerar el riesgo de las enfermedades cardiovascularesJaume Roquer
Asimismo, el consumo por los pacientes de alcohol y tabaco, esto es, dos de los factores de riesgo más estrechamente asociados al desarrollo del ictus hemorrágico, es mayor en los varones que en las mujeres. Y de la misma manera, la prevalencia de otras enfermedades cardiovasculares como la patología arterial periférica o la cardiopatía isquémica fue también superior en los participantes del género masculino. Sea como fuere, el detonante más común para ambos sexos fue la hipertensión arterial.
Sin embargo, parece que estas diferencias asociadas al género no ejercen ninguna influencia sobre el pronóstico de los pacientes. Y es que con independencia del sexo de los afectados, la gravedad de las hemorragias, el volumen de los hematomas o la mortalidad a los tres meses del episodio resultaron similares tanto para las mujeres como para los varones. Un pronóstico no ligado a diferencias de género que podría explicarse porque el tiempo transcurrido entre los primeros síntomas y la admisión en el hospital, así como la terapia y rehabilitación recibidas, son igualmente similares para hombres y mujeres.
Mejorar el abordaje del ictus
En definitiva, el nuevo estudio revela la existencia de diferencias en el ictus hemorrágico en función de que el paciente sea mujer o varón. Unas diferencias que, sin embargo, no condicionan la supervivencia del paciente por una mera cuestión de género.
Sea como fuere, concluyen los autores, «las diferencias entre hombres y mujeres son importantes a la hora de considerar el riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Avanzar en el conocimiento de este tipo de dolencias permitirá crear herramientas para poder combatirlas mejor y anticipar lo que sucede en el curso de la enfermedad».