Caballero ve el partido «destruido» tras el 25-S y pide que el Congreso gallego se celebre después del federal
No hay tregua en el conflicto abierto en el seno de los socialistas gallegos. Cualquier movimiento es válido para redoblar la presión sobre una gestora muy cuestionada tras el fuerte revés sufrido en las elecciones autonómicas del pasado 25 de septiembre. La dirección interina de O Pino era una de las que se mantenía alineada con Pedro Sánchez, y después de la caída del ya exsecretario general, toca también ajustar cuentas con ella.
De este modo, el hasta ahora último episodio del conflicto gallego se da con el golpe de mano impulsado desde Ferraz, al retirarle las competencias a la actual máxima mandataria de los socialistas gallegos, Pilar Cancela, para la convocatoria de un Congreso a nivel autonómico que vuelva a dotar al partido de una ejecutiva con plenos poderes tras la caída de José Ramón Gómez Besteiro en marzo de este año por sus diez imputaciones.
«Cancela tiempo tuvo para convocar el congreso y hacer lo que le diera la gana»Abel Caballero, alcalde de Vigo
Este jeves fue un día de reacciones a la decisión de la dirección federal. El alcalde de Vigo, Abel Caballero, abanderado de los críticos con Cancela, volvió a atacar con dureza a la presidenta gallega. El regidor olívico saludó la retirada de competencias y señaló que Cancela «tiempo tuvo para convocar el congreso y hacer lo que le diera la gana». En el mismo sentido, vio «razonable» esperar a que se celebre el cónclave federal para proceder al recambio de los órganos de dirección gallegos, ya que así se puede dar un debate «sosegado» con el objetivo de «repensar y reconstruir el proyecto del PSdeG».
Con los resultados de hace menos de un mes en la mano, que calificó de «verdadero desastre», Caballero intensificó la ofensiva sobre la gestora gallega señalando a sus miembros como «los que condujeron al partido a esta situación» con la convocatoria de unas primarias que fracturaron al partido en dos bandos irreconciliables. Siguiendo este argumento, opinó que «hace 6 meses Alberto Núñez Feijóo estaba pensando en irse porque no tenía la mayoría absoluta en las encuestas», y transcurrido ese tiempo la pudo conseguir con holgura. Así, se volvió a poner como ejemplo del papel que deben jugar los socialistas en el tablero político, al señalar que «en la ciudad ocupamos el centro-izquierda y no nos va mal», ya que gobiernan con una amplia mayoría absoluta.
El barón vigués evitó pedir la dimisión de Cancela de modo explícito, pero sí le indicó la puerta de salida al recordar que «el que fracasa, tiene que asumir responsabilidades. Es la ley en política». También dentro de la vida orgánica del partido, volvió a descartarse para ocupar puestos de relevancia en la dirección gallega, pero sí señaló su disponibilidad para tener un asiento en la ejecutiva federal.
Frente de afines
Como es habitual, el que será nombrado portavoz parlamentario gallego en la legislatura que comienza este viernes, Xoaquín Fernández Leiceaga, volvió a ponerse de perfil en los conflictos internos del partido, se limitó a señalar que no tiene «la información necesaria», y que espera que la situación no afecte a la vida de su grupo.
Los que sí salieron a la palestra fueron los cargos públicos que se mantienen afines a la gestora, y que ya eran personas fuertes del «besteirismo». Tal fue el caso de la alcaldesa de Lugo, Lara Méndez, que pidió la pronta convocatoria de un congreso autonómico y otro federal porque «se vienen demandando desde hace tiempo desde todos los ámbitos». Del mismo modo, criticó la decisión de Ferraz, ya que «la finalidad de una gestora es la convocatoria de un congreso y ahora se le quita la única potestad que tiene».
Más duro fue el regidor de la localidad coruñesa de Oroso y miembro de la gestora, Manuel Mirás, en una entrevista a RG, en la que pidió a su homólogo vigués que «se centre en su ciudad y deje de dar espectáculos en los medios de comunicación», afeándole que sus palabras se encuentran «fuera de lugar». Por su parte, el presidente de la Diputación de La Coruña, Valentín González, optó por el tono conciliador, para restar importancia al conflicto y se limitó a encuadrarlo en «un cuestión de orden».