Las autoridades europeas y alemanas temen los efectos que la desregulación bancaria promovida por Trump tenga sobre la estabilidad financiera
El Bundesbank alemán ha acelerado el traslado a su territorio de sus reservas de oro guardadas en Estados Unidos y en Francia. «Vamos a cumplir el objetivo este año, tres años antes de lo previsto», ha confirmado uno de los directivos del organismo, Carl-Ludwig Thiele. El banco central alemán evita relacionar esta aceleración del proceso con acontecimientos políticos, pero el hecho es que el proceso se agiliza en medio de la grave preocupación que hay en Berlín por los anuncios realizados por Donald Trump y ante la incertidumbre que causan también las inminentes elecciones francesas. Muchos analistas alemanes consideran que se están cavando las trincheras de una guerra financiera.
En realidad el Bundesbank había comenzado a repatriar sus reservas de oro en 2013, pero se trata de un proceso logísticamente muy complicado, y en los dos primeros años solo logró trasladar el 11% del total, de forma que no contaba con terminar del todo antes de 2020. Alemania es propietaria de unas 3.378 toneladas de oro, la segunda mayor reserva de oro del mundo después de Estados Unidos, pero hasta 2016 solo guardaba en su territorio el 47% del total. El resto, por razones históricas y de seguridad, las guardaban países aliados desde la postguerra, concretamente desde 1951.
En los años del «milagro económico alemán», que coincidieron con el recrudecimiento de la Guerra Fría, el Estado germano fue ahorrando en forma de lingotes de oro que depositaba en sótanos blindados de la Reserva Federal estadounidense y del Banco de Francia, más alejados que los suyos del enemigo soviético. Allí se quedó el oro hasta que, a principios de este siglo y presionado por iniciativas ciudadanas e informaciones que ponían en duda el verdadero estado de las reservas de oro, el Bundesbank se comprometió a depositar al menos la mitad de los lingotes en cámaras de seguridad instaladas en territorio alemán según los nuevos criterios de custodia aprobados por el mercado del oro físico de Londres, protocolo denominado London Good Delivery.
Cantidades a trasladar
El plan inicial era transportar unas 700 toneladas de oro progresivamente hasta 2020, 300 toneladas de Nueva York y 374 de París, lo que requería el traslado anual de 37,5 toneladas procedentes de Nueva York y 46,75 toneladas desde París. Lo cierto es que el proceso comenzó a caminar desde el principio a un rimo mucho más lento. En los dos primeros años solamente fue recuperado el 11% y todo hacía prever que habría que ampliar los plazos. Sin embargo, según ha confirmado Carl-Ludwig Thiele, en los próximos meses habrá finalizado. Por evidentes motivos de seguridad, los detalles del proceso no se dan a conocer.
Los contribuyentes alemanes reciben la noticia con alivio, sobre todo después de que en varias declaraciones de miembros destacados de la Administración Trump y del propio presidente de EE:UU. haya sido colocada Alemania en el centro de una diana contra el superávit comercial y contra el euro fuerte. Sobre todo preocupa en Berlín el anuncio de desregulación bancaria con el que Trump pretende regresar al momento legal anterior a la crisis financiera y que amenaza con hacer revivir a los mercados momentos incluso peores a los de 2008.
Temor a la desregulación bancaria de Trump
El presidente del BCE, Mario Draghi, se ha reunido en Berlín con la Canciller Merkel y, aunque oficialmente se trataba de una «rutinaria reunión informativa», el contenido y el tono no han sido para nada rutinarios. Fuentes cercanas al Gobierno confirman que ambos hacen un análisis «preocupante» de los primeros pasos de Trump, aunque Draghi ha declarado en Fráncfort que «es muy difícil valorar los efectos» que seguramente tendrán lugar a largo plazo y ha animado a confiar en la resiliencia de la economía europea, «que ya en casos como el Brexit y el no de Italia a los cambios constitucionales ha demostrado mayor resistencia de la que se esperaba».
En Berlín no se disimula la preocupación. El Gobierno alemán ha alertado del peligro de dar marcha atrás a las regulaciones impuestas a la banca tras la crisis. «El encargo de revisar toda la regulación del mercado financiero implica el comienzo de una agenda potencialmente amplia de desregulación», ha indicado el Ministerio alemán de Finanzas, «y esto es motivo para preocuparse». Especialmente en tiempos de política monetaria expansiva como la que persiguen muchos bancos centrales resultaría peligroso si se suavizan los principales criterios&rdquo-, advierte.
En caso de que se eliminen los límites a la especulación fijados por la normativa postcrisis en EE.UU., los bancos europeos quedarán ante la disyuntiva de permanecer en inferioridad de condiciones, lo que en un mercado global equivale a una muerte lenta, o pedir auxilio a los gobiernos para que aborden desregulaciones similares que volverían a cargar sobre los contribuyentes el pago de las quiebras de bancos, cajas o fondos. Y si esto último ocurriese, coinciden muchos analistas, estaríamos ante la siguiente y todavía más demoledora crisis financiera. El hecho de que los populismos políticos estén avanzando también en Europa añade un último elemento de incertidumbre que amenaza con dibujar una tormenta perfecta.