La exposición ‘El pasado adelante’, concebida por la AECID, muestra las últimas tendencias artísticas de Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Panamá. Las obras podrán verse en siete sedes, incluida la Casa de América, que ha recurrido a piezas de colecciones y museos españoles para evitar la contaminación que provoca su traslado.
«Madre, nosotros también somos historia». Benvenuto Chavajay se tatuó bajo el ombligo el título del poema de Francisco Morales Santos para denunciar que le negaron su apellido al nacer, y antes a su madre, y antes a su abuelo, Francisco Ixtetelá, que se quedó en González porque un trabajador municipal no sabía escribir su nombre. Su madre, en cambio, no sabía escribir nada, pero empezó a copiar el apellido una y otra vez hasta que la grafía se convirtió en un símbolo ancestral que Benvenuto ha grabado en su cuerpo.
Ixtetelá, algo más que un apellido. González, un patronímico impuesto. El artista guatemalteco solicitó hace tiempo desprenderse del segundo y recuperar el primero. Todavía espera que la burocracia enmiende la afrenta. Por él, por su madre y por su abuelo, pastor de vacas y analfabeto. «Aclaro: analfabeto según la razón occidental», matiza Chavajay González, que en su performance vuelve a ser Ixtetelá, un apellido que no entendió el funcionariado, desleído ahora en la tela y que quizás solo sus antepasados puedan descifrar.
La obra, titulada como el apellido anulado, forma parte de El pasado adelante, una exposición crítica con el colonialismo comisariada por Tamara Díaz Bringas y Ricardo Ramón Jarne. Sin embargo, los artistas no miran hacia atrás, aunque la muestra se enmarque en las celebraciones del bicentenario de las independencias de los países centroamericanos. «No se refieren solo a la colonialidad de la conquista española, ni les interesa tanto el pasado como el concepto de que todo el mundo está viviendo en una permanente colonialidad», explica Jarne sobre este proyecto concebido por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
De hecho, su título parte de la máxima de Chavajay «el pasado está delante», que remite a la cultura maya. «El concepto de la temporalidad en el mundo indígena no tiene nada que ver con el occidental, porque para ellos el futuro no existe en sí», comenta el director del Centro Cultural de España en San José (Costa Rica), quien lo ilustra con un ejemplo: «Tú vas andando por un camino y te parece que avanzas hacia un futuro, pero el indígena te advierte: No, estás en el pasado, porque el camino ya estaba hecho«.
La exposición, que permanecerá abierta hasta el 5 de febrero, cuenta con siete sedes a ambos lados del Atlántico. En la Casa de América, en Madrid, pueden verse las obras de Adán Vallecillo, Ángel Poyón, Christian Salablanca, Donna Conlon, Guadalupe Maravilla, Héctor Burke, Lucía Madriz, Natalia Domínguez, Patricia Belli, Priscilla Monge, Rolando Castellón, Simón Vega y el propio Benvenuto Chavajay. Al otro lado del charco, los trabajos de artistas locales se exhibirán en los centros culturales de la Cooperación Española en Costa Rica, Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Panamá.
«No hemos planteado esta exposición con una teoría previa para que luego las obras de arte ilustren esa teoría, sino todo lo contrario. Hemos elegido las piezas más interesantes para ofrecer un panorama muy diverso del arte contemporáneo centroamericano, de modo que son las obras las que nos dan el concepto teórico de la muestra», detalla Jarne. Las expuestas en los países centroamericanos fueron creadas para la ocasión y supervisadas por comisarios locales, mientras que las de la Casa de América pertenecen a museos y colecciones de España.
«Como está planteada con un concepto ecológico, hemos aprovechado la selección que ha hecho la Fundación del Reina Sofía con sus últimas adquisiciones de arte centroamericano, que son la base de la muestra», añade Jarne, decidido a evitar el traslado de las piezas para reducir la contaminación. «Los viajes inútiles de las obras generan gran cantidad de CO2«, afirma el comisario, quien aboga por una «manera de trabajar más amable con el medio ambiente».
Lo mismo sucede en las otras sedes, donde exponen artistas autóctonos «para evitar traslados, para fomentar el coleccionismo local y para dar una visión de cada país desde su propio territorio». Luego, un código QR permitirá ver todas las piezas desde cualquier ciudad. Jarne comenta que en algunas obras están presentes prácticas no extractivas de relación con la naturaleza y recuerda las deforestaciones llevadas a cabo en Centroamérica.
«Uno de los elementos coloniales que han transformado estos países y que más ha afectado a la vivencia indígena son las grandes explotaciones de la United Fruit Company, que ha esquilmado la mayor parte de la selva con el monocultivo», critica el comisario de una muestra heterodoxa guiada por ese pasado que, además de mirar hacia atrás, hunde sus pies en el presente y camina hacia delante. «Lo colonial es un proceso de continuidad y de circularidad, por lo que no había mejor elemento englobador que el concepto del tiempo indígena».