Culturas

Un 10% de las piezas del Museo Nacional de Río de Janeiro se salvó de las llamas

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Un bombero trabaja entre los restos del Museo Nacional de Río de Janeiro, arrasado por un incendio – EFE

Se estima que la reconstrucción del edificio costará unos tres millones de euros

La lluvia en el segundo día de trabajos de reconstrucción del Museo Nacional de Río de Janeiro ayudó a apagar los pequeños focos de incendio que insistían en prenderse. En medio de los escombros, surgió una pequeña esperanza cuando los voluntarios encontraron tres fragmentos de cráneo que podrían ser de Luzia, el fósil humano más antiguo de Sudamérica, con más de 12.000 años, una de las pérdidas más sentidas del desastre que destruyó el edificio bicentenario, que fue residencia de la familia real portuguesa entre 1808 y 1889.

La Defensa Civil bloqueó la entrada al edificio al evaluar un alto riesgo de derrumbe del resto de la estructura, mientras científicos, empleados del museo y bomberos realizaban un trabajo minucioso entre los restos. «Haremos un trabajo casi de arqueología, no sólo para identificar piezas, sino haciendo excavaciones. Ya les explicamos a los bomberos que tendremos un trabajo diferente», declaró el paleontólogo Alexander Kellner, director del museo.

La vicedirectora del museo, Cristiana Serejo, admitió este miércoles que el edificio carecía de seguro sobre su patrimonio y tampoco contaba con una brigada de bomberos para combatir posibles focos de fuego. Ambas faltas, descartadas por la institución por tratarse de costos adicionales que no podrían ser cubiertos, se agregan a las otras carencias denunciadas y que han provocado indignación entre los brasileños, como el recorte de los fondos públicos para su manutención y los problemas de infraestructura de la edificación, como goteras y filtraciones.

Pese a que la edificación principal fue intervenida ante el riesgo de desplome, los empleados de la institución consiguieron rescatar algunos objetos de entre los escombros. Serejo informó que quizás se haya salvado un 10% de las colecciones que llegaban a 20 millones de piezas, incluyendo el meteorito Bendegó, parte de la colección de zoología, el herbario, la biblioteca central del museo, algunos minerales y cerámicas.

Serejo afirmó que se necesitarán por lo menos 3 millones de euros para recuperar el museo. El Gobierno ya ofreció unos 2 millones de euros para la reconstrucción del edificio, al día siguiente del desastre. Según la directora, antes del incendio el museo había recibido un tercio de los más de 105.000 euros que debería recibir, que ya era poco. «El Museo Nacional, como lo conocíamos, no existe más. Pero tenemos su principal patrimonio, que es el palacio. Podemos reconstruirlo», declaró Kellner, que viajó a Brasilia para firmar el contrato de transferencia de fondos, ofrecido el lunes por el ministro de Educación, Rossieli Soares.

Kellner destacó que recibió apoyo de museos de dentro y fuera de Brasil interesados en donar piezas para la colección. La cancillería brasileña confirmó las ofertas de Egipto y de Perú, mientras Kellner citó la llamada del cónsul de Alemania dispuesto a ayudar. En una entrevista a TV Globo, Kellner contó que invitó a políticos y autoridades a la fiesta de los 200 años del museo y que nadie apareció, ni siquiera el alcalde de la ciudad, Marcelo Crivella.

El alcalde fue uno de los más criticados por la falta de estructura en el área del museo. Uno de los problemas que los bomberos tuvieron para apagar el incendio fue la falta de agua en los hidrantes públicos, contribuyendo a que el fuego se arrastre. «¿Cómo se combate un incendio sin agua?», cuestionó Kellner. Según el director, el último presidente que visitó el museo fue Juscelino Kubitschek, en 1958. «Eso demuestra cómo el país trata su historia», se quejó.

Investigación

«Perdimos buena parte del material. No tengo palabras», contó a «O Estado» la paleontóloga Juliana Sayão, que coordinó las últimas tres expediciones en un estudio complejo por las propias condiciones climatológicas. Las investigaciones brasileñas en la Antártida ayudaron a revelar que debajo de una capa de tres kilómetros de hielo había restos fósiles preservados de una región que ya fue una selva tropical. Según Sayão, los estudios brasileños, además de ese descubrimiento, ayudaron a establecer cómo la Antártida se separó de Sudamérica y los cambios climáticos en curso en el planeta.

Kellner, actual director del museo, participó y coordinó parte de esas expediciones, acampando durante 37 días en la isla James Ross, un área de difícil acceso. El grupo excavó una tonelada y media de árboles prehistóricos- uno de ellos, de 4 metros, se perdió.

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