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Turquía rechaza cualquier garantía para los kurdos tras la retirada de Estados Unidos

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EFE

En Ankara no sentaron nada bien las palabras de Bolton y Pompeo sobre las Unidades de Protección Popular (YPG)

Donald Trump necesitará algo más que Twitter para arreglar los problemas originados por el mensaje del mes pasado en el que anunció la retirada de sus 2.000 hombres del norte de Siria. El asesor de Seguridad Nacional, John Bolton viajó a Israel y Turquía para intentar calmar a sus aliados y concretar una hoja de ruta, pero regresó a Washington sin ser recibido por Recep Tayyip Erdogan, enojado por sus declaraciones sobre la necesidad de «proteger» a los milicianos kurdos a quienes Ankara considera «terroristas». El secretario de Estado, Mike Pompeo, aterrizó en Jordania y visitará también Arabia Saudí en un intento por demostrar que Estados Unidos está «comprometido con la derrota del Estado Islámico (EI) y comprometido a contrarrestar las actividades desestabilizadoras de Irán». La estrategia de Trump arroja muchas dudas y Rusia dio un paso al frente con el despliegue de patrullas en Manbij, ciudad clave al norte de Siria y uno de los lugares de los que Erdogan quiere expulsar a las fuerzas kurdas.

En Turquía no sentaron nada bien las palabras de Bolton y Pompeo sobre las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas con las que Estados Unidos ha combatido contra el EI en los últimos años. En una entrevista concedida a la cadena CNBC, el secretario de Estado aseguró que una de las condiciones para la retirada es que «los turcos se asegurarán de que la gente que luchaba junto a nosotros, que nos había ayudado en la campaña contra el EI, estará protegida». Bolton insistió en esta misma idea en su paso por Israel y Erdogan explotó diciendo que este mensaje «es imposible de aceptar», por lo que se negó a recibir al asesor de Trump que llegó al país acompañado del jefe del Estado Mayor, Joseph Dunford, y del enviado especial para la coalición internacional antiyihadista, James Jeffrey. Los estadounidenses se tuvieron que conformar con una entrevista con el portavoz presidencial, Ibrahim Kalin.

La presidencia turca no solo desmintió cualquier compromiso para «proteger» a las YPG, un grupo al que Ankara cataloga como una organización terrorista vinculada al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), sino que exigió que entregasen las armas que les han proporcionado los estadounidenses. Erdogan informó además de que «pronto vamos a pasar a la acción para neutralizar a los grupos terroristas en Siria», con lo que mantiene su amenaza de lanzar una tercera operación militar para alejar a las YPG de su frontera.

Bases de Estados Unidos

La maquinaria diplomática estadounidense trata de paliar los efectos de la estrategia dictada por Trump a golpe de tuit. La relación entre Washington y Ankara vuelve a complicarse y los turcos, según el diario Hurriyet, exigen el traspaso de las 22 bases que sus aliados en la OTAN tienen al norte de Siria o su destrucción, todo menos que acaben en manos de las YPG. Pese al papel clave desempeñado por este grupo como columna vertebral de la alianza kurdo árabe de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) en la lucha contra el EI, Erdogan aseguró que esto es “una enorme mentira”. Para el líder islamista la presencia de este grupo supone una amenaza para la estabilidad de Turquía por sus lazos con el PKK.

El futuro de los kurdos está en el aire tras las retirada estadounidense y por eso sus líderes negocian con el Gobierno de Damasco, cuya presencia podría ayudar a evitar una nueva operación militar turca. Rusia, aliado militar de Bashar Al Assad, comenzó a patrullar Manbij, ciudad clave en el norte del país, y «esto demuestra su deseo de que la zona pase a control gubernamental tras la retirada estadounidense», opina el analista político kurdo Lawk Ghafuri. El escenario que plantea este experto apunta a «unos kurdos que prefieren a Damasco, antes que entregar la zona a Turquía. Puede que este sea también el plan de Estados Unidos con el objetivo de que de esta coordinación surja una especie de región federal. Esto convertiría a Moscú y Washington en vencedores ya que Assad volvería a la zona, pero la protección seguiría en manos kurdas». El tablero sirio arroja innumerables opciones y las distintas potencias inmersas en el conflicto toman posiciones para llenar el vacío dejado por Trump.

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