Galicia consigue la menor cifra de la historia de muertos en la carretera

Posee el mayor número de núcleos de población de toda España y consecuentemente una de las redes viarias más amplias. Tiene también la carretera más peligrosa de España, según el RACE, un tramo de la N-120 que une Lugo y Ourense. Pero a pesar de su orografía o sus condiciones climáticas —mucho más benevolentes de lo habitual el año pasado— Galicia ha conseguido situarse como la comunidad que más redujo las víctimas mortales en accidentes de tráfico durante 2017. En un año en el que el conjunto de España la cifra subió un 3%, se anotó un descenso de casi el 30%. Fueron 76 vidas perdidas frente a las 106 de 2016, el mejor dato de toda la serie histórica gallega.

¿Cuáles han sido las claves para lograrlo? La responsable de la Dirección General de Tráfico en Galicia, Victoria Gómez atribuye el resultado al «conjunto de la sociedad» gallega y al trabajo de las diferentes administraciones para intentar rebajar la siniestralidad viaria. «Hemos hecho campañas de sensibilización, muchas mejoras en las carreteras de Fomento, la Xunta y los Ayuntamientos. También hay que destacar la actuación de la fiscalía o los esfuerzos en educación vial», destaca Gómez.

Las cifras de 2016 no habían sido tan buenas y la Comunidad se situó entonces como la segunda con mayor incremento del número de muertos en la carretera. Uno de los datos de la estadística llamó la atención. Las distracciones, fundamentalmente por el uso del teléfono móvil al volante, habían ascendido hasta el primer puesto como principal causa de los accidentes. Explicaban ya el 36% de los siniestros, muy por encima de la velocidad o el alcohol, que tradicionalmente han encabezado la tabla. A falta de un análisis profundo de las estadísticas, Gómez avanza que ya se ha logrado rebajar seis puntos esta cifra.

A las campañas o el aumento de la vigilancia del uso del móvil, organizadas por la DGT en toda España, se sumaron también las medidas de la administración gallega. «La Xunta hizo una campaña de sensibilización en el último trimestre del año con anuncios para concienciar sobre los peligros del móvil», explica Francisco Menéndez, director de la Agencia Gallega de Infraestructuras. Menéndez recuerda que la administración autonómica ha diseñado además un plan para erradicar los puntos negros en las vías de su titularidad o que trabaja en campañas de sensibilización en los colegios. También ha mejorado la señalización en las entradas de las autovías para dificultar la entrada en sentido contrario, después de la alarma generada tras varios episodios con conductores «kamikace» de avanzada edad.

Para el responsable de la Agencia Gallega de Infraestructuras lo relevante es observar toda la serie histórica y no sólo un año. «Lo importante es que recuperamos la tendencia de reducción de muertes. Esperemos que se consolide en 2018», subraya Menéndez. El profesor de Psicología de la Universidad de Santiago, José Antonio Gómez, coincide en la dificultad de explicar la reducción de muertes tomando como referencia un único ejercicio. Autor de diferentes investigaciones sobre conductas de riesgo al volante en la juventud, Gómez destaca el gran descenso de muertes que se han producido desde la modificación del Código Penal o desde la entrada del carné por puntos. Recuerda que el Colegio de Psicólogos de Galicia fue pionero a la hora de implantar cursos de formación y concienciación sobre seguridad vial para aquellos que reciben una condena por delitos de tráfico. «Se aplica como sustituto de los trabajos en beneficio de la comunidad», explica . Tras ensayarse en Galicia, el modelo se exportó a toda España.

Cambio de actitud

En los últimos años se ha producido «un cambio muy importante en las actitudes» de los gallegos al volante, subraya Gómez. En 1998 los muertos en carretera fueron 522. En 2007, un año después de implantarse el permiso por puntos, la cifra caía a 290 y en 2017 se quedó en 76. Como psicólogo, José Antonio Gómez pone nombre al extraño fenómeno que ha llevado a los conductores a tener más miedo a perder los puntos del carné o a acabar en la cárcel frente al temor a perder la propia vida o terminar en una silla de ruedas. «Se conoce como sesgo cognitivo, el sujeto piensa que esas cosas le pasan a los demás, porque él controla su conducción, sin embargo, que haya un control policial ya no depende de él», explica el profesor de Psicología de la Universidade de Santiago.