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El singular ascenso del PIB gallego

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Trabajadores en la planta de PSA en Vigo – SALVADOR SAS/EFE

La ecomomía de la Comunidad creció un 80% desde el año 2000, algo más que la española pese a no ganar población. El despegue de las exportaciones explica el tirón, que no se ha trasladado a la renta de las familias

En lo que va de siglo, Galicia ha dejado de ser una de las comunidades más pobres de España. Su macroeconomía ha logrado crecer al mismo ritmo que la estatal y lo ha hecho pese a que no ha ganado habitantes. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, INE, el Producto Interior Bruto (PIB) de la Comunidad se ha incrementado un 82% entre el año 2000 y el 2017, frente al 80% español. En el mismo periodo, la población en el conjunto del Estado aumentó un 14,8%, mientras que en la Comunidad, con una pirámide envejecida, apenas ha sumado un 0,21% más de habitantes.

«Es difícil crecer tanto con esa dinámica de la población», explica el profesor de la UVigo y director del Foro Económico de Galicia, Santiago Lago. Otra cosa ha sido el traslado del crecimiento de la riqueza a los hogares. El consumo es uno de los principales componentes del PIB, un indicador que mide el valor de todos los productos y servicios producidos en un determinado territorio durante un año. Pero con menos población es prácticamente imposible que el conjunto de hogares incremente su gasto. La envejecida estructura demográfica de Galicia tampoco ayuda. La Comunidad tiene las segundas pensiones más bajas del Estado, pero además «las personas mayores tienden a consumir menos aunque dispongan de más renta», apunta el economista.

Para calcular el PIB, al consumo hay que sumarle otros tres componentes: la inversión de las empresas, el gasto del Gobierno y la diferencia entre las exportaciones y las importaciones. Las dos primeras quedaron lastradas por la larga crisis económica que se inició en 2008. Durante los últimos 18 años, a Galicia no han llegado multinacionales foráneas que hayan tirado de la inversión como en su día ocurrió con la implantación de Citroën en Vigo. Además, la crisis vino pareja a las restricciones de la Unión Europea que impedían recurrir a la deuda para que el gasto público fuese capaz de tirar del PIB al alza. La receta del economista británico John Mayard Keynes, que apelaba al papel público para combatir las crisis cíclicas del sistema capitalista, no se aplicó en Galicia. «Fuimos campeones de la austeridad. En los primeros años de la recuperación, 2014-2015 no ayudó nada lo público», resalta Lago.

¿Cuál ha sido entonces la fórmula de éxito de la macroeconomía gallega? «Las empresas gallegas han tenido que buscarse las habichuelas fuera», indica Miguel Ángel Vázquez Taín, integrante del Grupo Colmeiro y presidente del Consello Galego de Economistas. Con el mercado interior contraído por las altas cifras de paro y por la importante devaluación salarial de los que lograron mantenerse en activo, las ventas al extranjero han sido las principales responsables. «El 60% del crecimiento se debe al peso de las exportaciones», subraya Vázquez Taín. «La salida al exterior ha permitido a las empresas gallegas encontrar a los clientes que no se encuentran en casa», añade Santiago Lago.

Inditex es el paradigma

En 2017 la Comunidad vendió bienes al exterior por valor de 21.676 millones de euros. Fueron 1.695 millones de euros más que el año anterior, la mayor escalada de los últimos ejercicios. El textil, encabezado por el gigante Inditex, fue nuevamente el sector con mayor peso en las ventas al extranjero y supone ya casi una cuarta parte de todas las exportaciones gallegas. «Inditex es el paradigma», apunta el director del Foro Económico de Galicia, «es una empresa extraordinariamente bien gestionada y ha supuesto una anomalía en España porque le fue extremadamente bien durante la crisis», añade. Vázquez Taín apunta, además, el efecto arrastre para otras firmas que ha supuesto la compañía de moda fundada por Amancio Ortega. «Ha generado una importante estructura empresarial a su alrededor, gente que les monta las tiendas por todo el mundo, por ejemplo», indica el presidente del Consello Galego de Economistas.

Tras el textil —que vendió fuera 5.319 millones—, la automoción, capitaneada por PSA-Citroën, es el segundo sector más exportador en la Comunidad gallega. Pero en 2017 se quedó en 4.883, una cifra inferior a la del año anterior. El incremento de ventas, ha permitido además a Galicia situarse como la segunda comunidad con mejor balanza comercial en 2017, y durante los primeros meses de este año ya se coloca en cabeza. Al margen de los dos grandes de la economía gallega, Santiago Lago destaca también a un ejército de compañías familiares, entre las que cita a Estrella Galicia, Coren, Pérez Rumbao, Urovesa o Televés, entre otras, que ha logrado vender en el exterior y elevar el PIB gallego. «No son las empresas que vienen de fuera, son las que están aquí las que han permitido el crecimiento. Eso en otras autonomías, como Castilla-La Mancha, Murcia o Cantabria no existe», dice.

El tirón exportador explica en buena medida la convergencia de la economía española con la gallega. Si en el año 2000 la riqueza del país dividida entre sus habitantes suponía el 80% del PIB per capita español, en 2017 el porcentaje se elevó hasta el 90%. Pero el milagro macroeconómico ha venido acompañado de sombras. «Otra cosa es que se traslade a la microeconomía. La distribución real de esa riqueza es menos positiva», apunta Miguel Ángel Vázquez Taín. «Con la crisis económica se ha producido una importante devaluación salarial. Sabemos que hay un problema de calidad del empleo», coincide Santiago Lago. El director del Foro Económico cree que los más perjudicados han sido los jóvenes que acceden a su primer puesto y también los que cambian de trabajo, que pese a no pasar a las listas del paro se encuentran con una devaluación salarial cercana al 30%.

El crecimiento del PIB tampoco ha ido a la par con la creación de empleo. Tras siete años perdiendo puestos de trabajo debido a la crisis, 2015 supuso un cambio de tendencia. Ese año la población ocupada subió un 3,21%, mientras la economía crecía a un ritmo del 4,2%. En 2016 el ascenso del número de ocupados se ralentizó al 1,66% mientras la economía seguía tirando un 3,6%. El año pasado la cifra de ocupados sólo creció un 0,59% pese a que el PIB volvió a subir una décima por encima del 3%.

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