Familia

Comer solo puede causar infelicidad

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Compartir comidas a menudo con otras personas aumenta las probabilidades de sentirse más satisfecho consigo mismo

Comer es una necesidad básica para las personas y, a la vez, un placer gastronómico para muchas de ellas, pero si además se disfruta en compañía, todavía es mejor. Un estudio reciente de Oxford Economics y del Centro Nacional para la Investigación Social de Sainsbury revela que las personas que comen solas a menudo suelen ser menos felices. «Comer solo te priva de momentos de interacción social, del cara a cara y de sentirte parte de una comunidad», señala Francesc Núñez, sociólogo de las emociones de la UOC.

Los resultados de esta investigación, basada en una encuesta hecha a 8.250 adultos ingleses, también los corroboran otros trabajos, como el estudio de la Universidad de Oxford, que muestra que las personas que comparten más a menudo las comidas suelen sentirse mejor con ellas mismas y suelen tener redes de apoyo social y emocional más amplias.

En España, el 26% de los madrileños y de los catalanes son los que comen solos con más frecuencia durante los días laborables. Según el psicoanalista de la UOC, José Ramon Ubieto, hacerlo de manera regular es excluirse de un rito social ligado a acontecimientos de la vida familiar y social (celebraciones, duelos, etc.) y de la pertenencia que implica formar parte de tales acontecimientos. «No es que uno sea infeliz porque come solo, sino que lo hace en solitario porque algo de su estilo de vida, de su manera de funcionar le invita a excluirse del vínculo», aclara.

Compartir mesa, explica Núñez, también investigador del grupo MEDUSA de la UOC, es beneficioso para la construcción de la identidad, para dar sentido y valor a las cosas y para adquirir criterio a la hora de juzgar el mundo: «Alrededor de una mesa se puede especular sobre las cosas sin mucho miedo a equivocarse y se pueden tomar muchas decisiones, grandes o pequeñas, que pueden condicionar la vida. Son momentos de acción y de sentirse vivo, que mantienen a las personas dentro del mundo y de la vida».

Las comidas con amigos ayudan a fortalecer las relaciones

Reunirse con amigos para comer es compartir experiencias. «La amistad siempre es el resultado de compartir experiencias y no solamente actividades», remarca Ubieto. Una experiencia es un acto que cambia algo de la vida y deja una impronta que va más allá de la satisfacción momentánea. «Puede ser un viaje intenso vivido con alguien, un duelo pasado en compañía, riesgos compartidos…, pero también puede ser una comida, en la que se pueden intercambiar ilusiones y decepciones».

Estos intercambios permiten que cada cual acepte del otro lo que le gusta, pero también que acoja algunas de sus debilidades. «Cuando este umbral no se traspasa, la relación se mantiene en el nivel cordial de los “conocidos” y es por eso que la mayoría de gente tiene pocos amigos», explica el psicoanalista.

La amistad exige tiempo y, sobre todo, compartir momentos que han de implicar, además de placer, alguna desilusión y sufrimiento, tanto en la experiencia misma como en los intercambios entre las personas. De hecho, un grupo de investigadores de la Universidad de Kansas ha cuantificado que las horas necesarias que hay que pasar con alguien para considerarlo un amigo íntimo son doscientas.

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